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Barrios con más prejuicios hacia los inmigrantes pero sin grandes conflictos

Lo esperado era que la crisis y la precariedad hicieran que la hostilidad hacia la inmigración creciera en España en la última década. Sin embargo, no ha sucedido y lo que se ha extendido en los barrios populares son los prejuicios hacia los extranjeros, aunque sin generar grandes conflictos sociales o políticos.

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 17:06

Lo esperado era que la crisis y la precariedad hicieran que la hostilidad hacia la inmigración creciera en España en la última década. Sin embargo, no ha sucedido y lo que se ha extendido en los barrios populares son los prejuicios hacia los extranjeros, aunque sin generar grandes conflictos sociales o políticos.

Es una de las conclusiones del libro "Lo que esconde el sosiego", basado en una investigación del Instituto de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia Comillas, que advierte, no obstante, de que "el caldo de cultivo está ahí" y si no se actúa en los próximos años, la situación de "tranquilidad y sosiego" actual puede cambiar de forma radical.

Un estudio que analiza -a partir de 300 encuestas- la convivencia entre la población local y la migrante en seis barrios de distintas poblaciones del país y que trata de identificar los problemas que causan el malestar social detectado en esos barrios.

"Hay discursos que en vez de señalar a las raíces políticas y económicas de fondo de ese malestar social culpabilizan a la inmigración de los problemas y cambios sociales negativos que sufren los sectores populares en España", explican en una entrevista con Efe los directores de la investigación, Juan Iglesias y Alberto Ares.

Pese a que la crisis no ha destapado un conflicto social intenso, los investigadores han detectado señales, como un "racismo comunitario de baja intensidad", para pensar que la situación podría variar si no se adoptan medidas que mejoren la integración de las personas migrantes.

Actualmente, las relaciones entre la población nativa y la extranjera en los barrios son "cordiales y tranquilas, aunque un poco distantes y a espaldas unas de otras", precisa Iglesias, que subraya que bajo esa tranquilidad sigue existiendo "un prejuicio étnico" que caracteriza al inmigrante como diferente, extraño e incluso proveniente de "mundos y culturas inferiores".

Un prejuicio "muy extendido" que ha provocado que se perciba al extranjero como una amenaza económica y comunitaria: "los nativos pensamos que vamos primero en todos los ámbitos sociales y que los inmigrantes amenazan nuestra situación de preferencia; nos quitan el trabajo, la protección social, los vemos como una amenaza para la seguridad ciudadana...", explica Iglesias.

Sin embargo, entre los problemas de fondo que identifican los investigadores está la transformación demográfica que está ocurriendo en los barrios: la población obrera ha envejecido, se está haciendo más pequeña y menos significativa (aunque sigue siendo numerosa) al tiempo que la inmigrante, más joven y diversa, crece y genera arraigo.

Asimismo, han detectado un creciente malestar social en las zonas populares debido al desempleo, la precariedad, el deterioro de los servicios sociales, la dificultad para acceder a una vivienda o el declive del comercio local, lo que ha ido generando "un auge de los problemas de convivencia vecinal".

Unas situaciones enraizadas en los problemas estructurales de estos barrios "más que en los supuestos estilos de vida diferentes y antagónicos" de la población inmigrante, apuntan los investigadores, que remarcan que la inseguridad ciudadana en estas zonas populares es "más una percepción que una realidad".

"No es la población inmigrante, sino los procesos políticos y económicos de fondo los que generan esa vulnerabilidad", recalcan los autores, que lamentan que las "trincheras ideológicas" dificulten la construcción de consensos y políticas de Estado.

Actitudes y comentarios hostiles que, sin embargo, no han generado tensión social o política: "hasta el momento no hemos tenido en España ni grandes episodios de conflicto social, de perseguir a los inmigrantes, de hostilidad sistemática hacia ellos en algunos barrios, ni tampoco ha derivado en que la población nativa vote propuestas de partidos de extrema derecha", alerta Iglesias.

En este sentido, los autores recalcan que en los barrios no han aparecido movimientos o plataformas sociopolíticas formales anti-inmigrantes.

La integración y la construcción de una sociedad intercultural afronta dos retos cruciales: el de la diversidad y la cohesión social, por lo que los investigadores abogan por políticas que vayan más allá de las intervenciones de sensibilización o de combate de estereotipos.

"Lo primero es reconocer que tenemos prejuicios y que no es sólo un dispositivo ideológico sino una forma de mirar compartida", admite Ares, que apuesta además por impulsar mejoras en las condiciones sociales de los sectores populares españoles.

Unas políticas, concluye, que encaren los problemas y el malestar social presente en los barrios populares, "atacando sus raíces estructurales para evitar que pueda ser manipulado y convertido en malestar étnico", concluye.

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