
Alcohol y medicamentos
Publicado el
5 min lectura
El calor y el verano potencian el hábito de consumir bebidas de todo tipo, también con alcohol. Estas últimas, mezcladas con medicamentos, incluso los más comunes como ibuprofeno o paracetamol, ponen en riesgo nuestra salud. Muchas combinaciones son incluso peligrosas, según los expertos consultados por COPE, que recomiendan no mezclar.
Y es que durante los meses de junio, julio y agosto aumenta casi un 20 por ciento la ingesta de bebidas alcohólicas en los países situados en el hemisferio norte, como España, según un estudio de la Universidad de Colorado.
En nuestro país, el 31% del consumo anual de cerveza se concentra en la estación estival, época en la que también bebemos un 17% más de vino y un 11% más de licores. 6 de cada 10 personas beben de forma regular
LA ADVERTENCIA ES CLARA: NO MEZCLAR
La ingesta de alcohol es siempre, en mayor o menor medida perjudicial para nuestra salud. Por ello, Carlos Fernández, responsable del área de divulgación científica del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España https://www.farmaceuticos.com/, recomienda en COPE erradicar o limitar al máximo su consumo. Más especialmente todavía si estamos recibiendo algún tratamiento farmacológico.
¿El motivo?, daña nuestro hígado, que es el órgano encargado de metabolizar la mayoría de los medicamentos. Cuando mezclamos fármacos con alcohol provocamos que el efecto de los primeros sea inválido, o peor aún, que nuestro hígado quede intoxicado.
MEDICAMENTOS MÁS PELIGROSOS
El alcohol tiene efectos en cerca de 300 principios activos que encontramos en los medicamentos. Y en un tercio de ellos acarrea un riesgo elevado para nuestra salud. Sin embargo, no todas las combinaciones son igual de dañinas para nuestro bienestar. Fernández explica que los fármacos que actúan sobre el sistema nervioso central, requieren un especial cuidado porque, mezclados con alcohol, “tienen un efecto depresor”.
Se trata de los ansiolíticos o aquellos medicamentos que son usados para tratar dolores graves, los opioides. Este efecto depresor no supone tanto una bajada anímica como una ralentización de nuestro sistema nervioso central que, en los casos más graves, puede producirnos la pérdida de consciencia o una bajada del ritmo respiratorio y, con ello, incluso la muerte.
Los medicamentos de consumo más común empleados para combatir la tensión, la diabetes, o simples dolores de cabeza, como es el caso del paracetamol o el ibuprofeno, también pueden suponernos riesgos serios para nuestra salud. Pues según el experto: “pueden aumentar la presión arterial e interferir en la eficacia de los tratamientos”.
Álvaro, un joven de 22 años, confiesa a COPE que desde que se enteró de que es diabético ha tenido que dejar de beber alcohol porque “le hacía devolver y marearse”.
“El paracetamol, en particular, es problemático porque genera en nuestro organismo un compuesto muy reactivo que puede provocar daños al hígado. Si ya asumimos que el alcohol es un producto tóxico para él, la mezcla aumentaría los efectos de ambas sustancias”, asegura Carlos Fernández.
En el caso del ibuprofeno, los riesgos se concentran más especialmente en el estómago. Esta mezcla puede llegar a producirnos efectos gastrointestinales, que en los casos más graves, desembocan en una úlcera.
LAS NUEVAS TENDENCIAS SOCIALES
El repunte veraniego en el consumo de bebidas alcohólicas se suma a un fenómeno que preocupa a los especialistas: 'el binge drinking'. Este patrón busca la borrachera rápida a través de, según los expertos, cinco o más bebidas alcohólicas en hombres y cuatro o más en mujeres, en apenas dos horas. Esta tendencia es especialmente habitual entre los más jóvenes, sobre todo en aquellos que tienen entre 14 y 18 años.
Eso sí, en menores de 30 años, el consumo global de alcohol está descendiendo. En cambio, las cifras se mantienen o crecen entre los mayores de 65.
El vino, por ejemplo, registra una caída del 46% entre los menores de 35 años y de un 17% entre los mayores. La toma de bebidas de alta graduación, como whisky o vodka, se redujo en un 26% entre los jóvenes y aumentó un 5% en los mayores.
Lo alarmante para los expertos es que precisamente este último grupo es uno de los más vulnerables.
“En personas mayores de 65 años, los procesos de metabolismo y de eliminación de muchos fármacos van a estar reducidos en comparación con un adulto joven. Este grupo, que además suele estar muchas veces polimedicado, debe prestar especial precaución”, apunta el experto.
En España, la media de medicamentos entre los mayores de 65 años es de ocho diarios. Lo que significa una considerable multiplicación en las posibilidades de interactuar con el alcohol.
EL SEXO Y EL PESO: DOS FACTORES DETERMINANTES
No solo la edad influye. También lo hacen el sexo o el peso. Por ejemplo: las mujeres presentan más riesgos que los hombres debido a que tienen una menor cantidad de enzima, que es una proteína biológica que suele eliminar parte del alcohol en el sistema digestivo.
“Eso sumado a un menor peso corporal y una mayor proporción de grasa, hace que exista una mayor concentración de alcohol en sangre y aumente el riesgo de interacciones”, explica el especialista.
El peso también importa, porque determina el volumen de distribución de un fármaco en nuestro organismo y la capacidad de nuestro hígado para procesarlo.
CONSECUENCIAS VISIBLES A CORTO Y A LARGO PLAZO
La mezcla de alcohol y medicamentos no siempre provoca síntomas inmediatos.
“Incluso aunque se produzca un aumento de la toxicidad sobre algún órgano, como el hígado, al combinar alcohol y paracetamol, no necesariamente se perciben efectos adversos en el momento. Eso puede llevar a interpretar que no hay problemas, y fomentar un consumo más continuado”, advierte Carlos Fernández.
A largo plazo, los efectos se acumulan: gastritis y úlceras gástricas, hipertensión, fracaso de tratamientos contra la diabetes o ineficacia de antidepresivos. El alcohol, además, puede afectar también a nuestro estado anímico. “El consumo agudo, al día siguiente, te levantas casi depresivo. La salud física y la salud mental son inseparables”.
UNA CULTURA QUE NORMALIZA EL RIESGO
El trasfondo cultural no ayuda.
“El consumo de alcohol se banaliza y muchas veces se usa como instrumento de ocio. No prestamos la suficiente atención a los riesgos. Ahí es donde entramos los profesionales sanitarios para alzar la voz en medios como este”, señala el experto.
La recomendación final de Carlos Fernández no deja lugar a dudas: “consultar siempre los prospectos y ante cualquier duda de una posible interacción con el alcohol, evitar su consumo y consultar a un especialista”.