El rey Juan Carlos ante el aparato político del franquismo: el duro camino de España hacia la democracia comenzó el 22 de noviembre
El Congreso de los Diputados ha celebrado sin el rey Juan Carlos los 50 años de la reinstauración de la monarquía

Juan Carlos de Borbón jura las Leyes ante el presidente de las Cortes, Alejandro Rodríguez de Valcárcel, y es proclamado Rey de España
Madrid - Publicado el - Actualizado
5 min lectura
El Congreso de los Diputados ha celebrado hoy un acto para reivindicar el papel del rey Juan Carlos durante la transición a la democracia. El homenaje se ha enmarcado dentro de la celebración de los cincuenta años de la reinstauración de la Monarquía y ha destacado por la ausencia de su principal protagonista, quien no ha sido invitado. Su figura, sin embargo, ha centrado el discurso de Felipe VI, quien ha loado su decisión de renunciar al poder absoluto heredado del franquismo para entregarlo "a la soberanía popular".
Varios historiadores y expertos han subrayado que la actuación del propio rey Juan Carlos supuso "la refundación de España como país democrático" y han recordado su "firmeza" durante el intento de golpe de Estado del 23-F, que sirvió para reforzar la legitimidad de la Corona. También han puesto en valor su papel esencial en los primeros pasos de la Transición, marcado por una apuesta explícita por la modernidad, el consenso y la construcción colectiva de un nuevo sistema político.

La familia real en los exteriores del Congreso de los Diputados después de que don Juan Carlos fuera proclamado rey
El acto ha concluido con un llamamiento a la concordia y a que las fuerzas políticas recuperen ese espíritu de entendimiento de la Transición frente a la actual polarización. La presencia conjunta de representantes del Gobierno y del PP ha simbolizado ese mensaje, mientras el debate ha concluido con la reflexión de que la Monarquía "solo servirá si sirve", es decir, si continúa, como hasta ahora ha hecho, actuando con ejemplaridad y al servicio de la ciudadanía.
JUAN CARLOS O LA SOMBRA DE FRANCO
Con la muerte de Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975, don Juan Carlos de Borbón pasa de ser Su Alteza, el príncipe de España, a convertirse en Su Majestad, el rey de España; y de estar a la sombra del dictador a acaparar todas las miradas, tanto nacionales como internacionales.
El 22 de noviembre, con el cuerpo de Franco aún presente en el Palacio Real, las Cortes franquistas proclaman rey de España al nieto de Alfonso XIII. Juan Carlos se encuentra rodeado de su familia, del presidente de las Cortes, Alejandro Rodríguez de Valcárcel, y de 540 procuradores y también de los representantes de las altas instituciones del Estado. Algunos de ellos expresan su franquismo militante vistiendo una camisa azul.

Don Juan Carlos de Borbón es proclamado rey por las Cortes franquistas y anuncia su propósito de serlo para "todos los españoles"
El rey jura "por Dios y sobre los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional". Sin embargo, en secreto —aunque cada vez lo sea menos—, don Juan Carlos tiene otros planes para España.
Su discurso no contenta a ninguno de los dos bandos que, nuevamente, se han vuelto a conformar. Explica Juan Fernández-Miranda en su libro Objetivo: democracia. Crónica del proceso político que transformó España (2024) que "los inmovilistas, presentes, prestan mucha atención, desconfían de ese joven que no acaba de ser un entusiasta del régimen a pesar de que Franco le ha designado sucesor y que además se ha dedicado a hacer gestos de aperturismo; los rupturistas, ausentes, desprecian el acto, no creen en el príncipe, que no se ha distanciado del dictador y lo único que ha hecho son pequeños gestos".
Un día antes, el 21 de noviembre, el BOE lo nombra capitán general de los tres Ejércitos. Es por ello por lo que el rey acude al Congreso vestido de militar. Allí da el primero de sus discursos como jefe del Estado. En este habla de "futuro", "concordia" y "consenso", pero no hay ninguna referencia a la democracia que pretende traer al país y para lo cual se servirá de su profesor de Derecho Político, Torcuato Fernández-Miranda, que le asegura que "será más fácil de lo que os imagináis".
EL ACIERTO SUÁREZ
En 1976 el rey tiene el apoyo de Torcuato Fernández-Miranda, el presidente de las Cortes, pero le falta otra pieza: el presidente del Gobierno. Antes de morir, el último día de 1973, Franco le confía este cargo a Carlos Arias Navarro, quien actúa luego como el gran adalid del franquismo sin Franco.
Arias Navarro se convierte desde el primer momento en una piedra en el zapato de la Transición. Don Juan Carlos necesita alguien de confianza con el que completar el triángulo y va a buscarlo al propio régimen, en concreto, a la Secretaría General del Movimiento. Al frente de esta cartera está el exgobernador de Segovia y exdirector general de Radiodifusión y Televisión: un tal Adolfo Suárez.
Desde la muerte del dictador hasta su nombramiento como presidente del Gobierno pasan nada menos que ocho meses, un tiempo que tanto el rey como el presidente de las Cortes se dan para probar su validez para el cargo. Fernández-Miranda apunta que "las cualidades de Adolfo Suárez son evidentes: aperturismo, juventud, energía, carisma, capacidad de diálogo, seducción y un argumento que al presidente de las Cortes le preocupa y que confiesa en privado: 'Es como una esponja, lo absorbe todo rápido, lo elabora, lo asimila y luego sabe mostrarlo como si fuera suyo'".

Adolfo Suárez y otros miembros del Gobierno durante la sesión en la que se debatió el proyecto de ley para la Reforma Política
Adolfo Suárez va a cumplir los 44 años, considera que "Arias es insostenible" y está convencido de que hace falta un cambio. Torcuato Fernández Miranda cree "que es el que mejor cumple la tesis de un presidente abierto y disponible para la misión histórica que va a llevar a cabo".
El nombramiento del secretario general del Movimiento es recibido por la oposición y la prensa con estupor. Nadie lo entiende. En el recién nacido diario El País, Ricardo de la Cierva escribe un artículo que es una declaración de intenciones: "Qué error, qué inmenso error". Ambos sectores prefieren la candidatura de José María de Areilza, "un hombre que reúne el respeto del régimen y el de los antifranquistas", dice Juan Fernández Miranda.
Suárez, sin embargo, demuestra que poco o nada tiene que ver con Arias Navarro y que pocas o ningunas ganas tiene de mantener el régimen: "Si la sociedad española aspira a una normalización democrática creo que nuestra obligación es tratar de conseguirla". El camino hacia las elecciones de junio de 1977 no ha hecho más que comenzar. En camino se presenta angosto y en él hay un gran reto: la legalización del Partido Comunista en una España sobre la que todavía vuela el águila que Francisco Franco le robó a los Reyes Católicos. Pero eso ya es otra historia.



