La respuesta de Isabel II al general O'Donnell cuando le dijo que se iba a la guerra contra Marruecos: "Si fuera hombre..."
El Congreso de los Diputados declaró la guerra al Imperio de Marruecos tal día como hoy, pero de 1859

Retratos de la reina Isabel II y el general Leopoldo O´Donnell realizados en la década de 1860
Madrid - Publicado el
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Es 30 de junio de 1858. Después de aquel "¡Viva la independencia nacional!" con el que el general Espartero —antaño regente— se borra de la escena política, y tras caer también el gobierno de otro militar, Ramón María Narváez, regresa a la primera fila el general Leopoldo O'Donnell, que afronta, sin saberlo ni esperarlo, cinco años como presidente del Consejo de Ministros. Una estabilidad tan atípica en la España decimonónica que esta etapa será recordada como el "Gobierno Largo".
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El gobierno de la Unión Liberal —que así se llamaba el partido de O'Donnell— se caracterizó por ser una etapa de estabilidad y conciliación tras años de enfrentamientos entre el bando moderado y progresista. Durante este quinquenio, por ejemplo, se mejoran la administración y la Hacienda, se impulsan reformas que amplían ciertas libertades y se reducen los conflictos políticos. Asimismo, se promueven obras públicas y se da un desarrollo económico, que contribuye a crear un ambiente próspero.
EN DEFENSA DE CEUTA Y MELILLA
En defensa de Ceuta y Melilla. Ese fue el motivo —cuál si no— por el que nos medimos militarmente con nuestros vecinos de abajo. Es sábado, 22 de octubre de 1859. Son las tres de la tarde. El presidente del Consejo de Ministros, el general Leopoldo O'Donnell, a la sazón conde de Lucena, toma la palabra en el Congreso de los Diputados y dice lo siguiente: "Creo que el ánimo de los Señores Diputados está preparado á recibir la grave noticia que tengo que comunicarles. Nuestras relaciones con Marruecos, no solamente están interrumpidas, sino que el Gobierno ha creído que era llegado el caso de apelar a las armas para recibir la satisfacción del agravio hecho al honor de la Nación". España ha declarado la guerra a Marruecos.

"Episodio de la Batalla de Tetuán, 1860", Eduardo Rosales Gallina (1868)
¿Pero por qué se mete España en camisas de once varas? ¿Qué lo provoca o qué ganamos con ello? El casus belli de esta guerra —la última que, hasta el momento, hemos declarado a otro país— fue un ataque a las plazas españolas en África, a saber: Ceuta, Melilla, Alhucemas y Vélez de la Gomera.
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En agosto de ese mismo año de 1859, según cuenta el propio O'Donnell en sede parlamentaria, "los moros vinieron sobre nuestro territorio y echaron abajo la piedra en que estaban puestas las armas de España, que servía de límite entre el campo marroquí y el español". Este tipo de incursiones, a la luz de las crónicas de la época, parecen habituales.
El general y presidente del Consejo de Ministros explica que "el Emperador de Marruecos no tenía responsabilidad alguna de los hechos que cometían las tribus guerreras y semisalvajes que los rodean; [por lo que] el Gobierno español está autorizado a rechazar con el mortero y el cañón toda agresión de los moros".
Una semana más tarde, otro parlamentario, esta vez progresista, Pascual Madoz —conocido luego por su labor desamortizadora y por presidir no solo el Consejo de Ministros, sino también la Junta Revolucionaria tras la caída de la reina Isabel—, interviene en el Congreso y dice "que en esta ocasión vamos á hacer la guerra al moro, presentando la cruz al frente de la media luna". Madoz muestra su apoyo al Gobierno asegurando que "aquí [en esta guerra] no somos más que una familia cuando se trata de combatir al enemigo común que nos insulta".

"La Batalla de Wad-Rass (Episodio de la guerra de África)", Mariano Fortuny y Marsal (1860-1861)
Los incidentes entre las tribus locales y las tropas españolas se sumaron a la presión de la opinión pública y del gobierno presidido por O'Donnell empeñado en mantener la autoridad y el prestigio de España. Así, terminó declarándose la guerra en el mes de octubre, como ya hemos visto. El ejército español, bien organizado y apoyado por un plan militar moderno, inició operaciones rápidas, destacando la ocupación de posiciones estratégicas y la victoria en la batalla de Castillejos.
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En los meses siguientes, las fuerzas españolas avanzaron hacia el interior, obligando al sultán de Marruecos a negociar. La guerra concluyó, tras la batalla de Tetuán con el Tratado de Wad-Ras en abril de 1860, que consolidó la victoria española: Marruecos reconoció el dominio español en varias plazas del norte, pagó una indemnización de guerra y cedió territorios como Tetuán, que pasó a ser un símbolo del triunfo militar de España. La campaña fortaleció la popularidad de O’Donnell y del ejército, siendo un hito en la política exterior y en la consolidación del prestigio nacional.
ISABEL Y O'DONNELL
Pero hablemos de lo que pasó nada más comenzar la contienda entre la reina y su presidente del Consejo de Ministros. Cuenta David Botello en Follones, amoríos, sinrazones, enredos, trapicheos y otros tejemanejes del siglo XIX (2020) que "O'Donnell sueña con recuperar las glorias imperiales y hacer creer al mundo que España sigue siendo una gran potencia". El presidente del Gobierno pone rumbo a África para participar en primera persona en la guerra contra los "moros".

"Despide S. M. la Reina al general O'Donnell para la gloriosa campaña de África", Bernardo Blanco (1859)
Antes de marcharse, el general O'Donnell acude a visitar e informar a Isabel II de su decisión de dirigir personalmente a las tropas que están al otro lado del Estrecho de Gibraltar. Junto a la reina está su primo y también marido, el rey consorte, don Francisco de Asís, al que por los mentideros de Madrid llaman de forma jocosa Paquito Natillas. Incluso le escriben coplillas: "Paquito Natillas / es de pasta flora / y orina en cuclillas / como una señora".
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"Sentía Isabel no ser hombre para coger un arma y acudir a tan santa guerra; y era verdad lo que expresaba, pues nadie como ella sintió el intenso amor de las aventuras españolas, mezcla de fe religiosa, de locura caballeresca y de gallarda superstición". Con estas palabras describió la pena de la Reina Castiza el gran novelista del siglo XIX español, Benito Pérez Galdós, en Aita Tettauen, la sexta novela de la cuarta serie de los Episodios nacionales.
Botello, por su parte recoge este hecho de otra manera: "Otro de los rumores cargados por el diablo dice que, durante la despedida, Isabel se pone castiza y le dice a O'Donnell: 'Si fuera hombre, me iría contigo a África'". El guionista y escritor cuenta, además, que "Francisco de Asís, queriendo quedar bien, va y se pone: 'Lo mismo te digo, mi general. Lo mismo te digo'".
La victoria en Marruecos le valió a O'Donnell para ganar el título de duque de Tetuán con Grandeza de España y para que otro rey, Carlos XV de Suecia, le nombrara en julio de 1860 caballero de la Orden de los Serafines. Sin embargo, de poco le sirvió aquel triunfo porque su mandato se extendió solo hasta marzo de 1863, cuando por presiones del Partido Moderado tuvo que presentar su dimisión, siendo sustituido por el marqués de Miraflores, Manuel de Pando y Fernández de Pinedo.