La imprescindible ayuda de España en la Guerra de Independencia de Estados Unidos que el país ha querido ocultar por la Leyenda Negra
El 4 de julio de 1776 es una de las fechas que más se celebra en la actualidad, rememorando la independencia de Estados Unidos. Sin embargo, este hecho no hubiera sido posible sin la ayuda española

4 de julio en Estados Unidos
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“Donde mora la libertad, allí está mi patria”. Era la frase célebre con la que uno de los padres fundadores de Estados Unidos, Benjamin Franklin, alababa la independencia del país del yugo inglés. Junto con el resto de compañeros que ayudaron a fundar el país, daban forma a la que terminaría siendo la mayor potencia mundial del siglo XX y del XXI.
El 4 de julio de 1776 declaraban formalmente la independencia de Estados Unidos, construyendo desde cero un país que estaba llamado a hacer grandes cosas por la historia mundial. Y así, el 4 de julio ha quedado como una fecha que se ha convertido en toda una celebración y que, incluso en España, se acaba festejando.
Sin embargo, para llegar hasta esa ansiada libertad de la que hablaba Benjamin Franklin, hicieron falta mucho sudor, lágrimas, y una larga guerra que se saldó con miles de vidas, que acabaría más tarde de la declaración de independencia.

Grabado de George Washington durante la Guerra de Independencia de Estados Unidos
Se trata de la Guerra de Independencia de Estados Unidos, comprendida entre 1775 y 1783. El objetivo de las trece colonias, en las que originalmente se habían instalado los ingleses del Mayflower, era claro: dejar de depender de la madre patria.
Todo comenzó cuando, tras la victoria de Gran Bretaña en la Guerra de los Siete Años contra Francia, la metrópoli decidió recaudar fondos subiendo los impuestos a los colonos allende los mares.
Agraviados por esta situación por la que no podían reclamar, ya que no tenían ni voz ni voto en el Parlamento inglés, se amotinaron en lo que más tarde se conocería como 'motín del té', en diciembre de 1773, en el que se tiraron grandes cantidades de té al mar en señal de protesta por la imposición de los impuestos.
La represión de los británicos desde la metrópolis no hizo sino agravar el conflicto, que pronto desencadenaría en una guerra que se saldaría con la independencia de los Estados Unidos y la creación de un nuevo país.
El contexto español para facilitar la ayuda a Estados Unidos
Si uno lo piensa, la existencia de Estados Unidos como país es relativamente reciente. Se trata de un estado federal nacido en la Edad Contemporánea y eso ya nos da pistas de su juventud.
Las trece colonias tenían que enfrentarse a una potencia terriblemente grande que, previamente, había sido capaz de derrotar a la Armada Invencible. Por eso mismo, y sabiendo de su relativa debilidad, pidieron ayuda a quien pudiera concederla.
Es aquí donde entra en juego España, rival histórico de Inglaterra, y cuyo contexto en ese momento era complicado. Todavía quedaba para nuestro país un resquicio de resquemor por la victoria inglesa en la Guerra de los Siete Años, de la que España había sido aliada de Francia.

Grabado de la Guerra de los Siete Años
Además, con el país que ahora buscaba independencia, tenía una relación cercana, ya que parte del sur había sido descubierta por ellos. No solo eso, sino que la Luisiana francesa, pasaba en este momento a ser controlada por España.
La pérdida de Gibraltar a manos de la Corona británica, la segunda ocupación inglesa en Menorca y la derrota en la Guerra de los Siete Años, crearon el clima perfecto para apoyar a Estados Unidos.
Su presencia en el nuevo continente durante años y su rivalidad histórica con Gran Bretaña, que en estos momentos era más aguda, crearon el caldo de cultivo perfecto para prestar su ayuda a un país que empezaba a emerger.
La ayuda inestimable de España que tiende a obviarse
Motivados por esta rivalidad y deseo de revancha, la Corona española urdió un plan para ayudar a las trece colonias, ya que había que hacerla de forma subrepticia para evitar un enfrentamiento abierto con Gran Bretaña.
Así, Carlos III y el conde de Floridablanca planearon la primera fase de la ayuda a lo que hoy es Estados Unidos. Para empezar, dieron orden a los navíos españoles y las autoridades de las zonas americanas controladas por la Corona, de dar plena libertad a los barcos americanos que hostigasen a los británicos. Además, se les dejaba recalar en sus puertos.
La segunda parte del plan era financiar a las colonias. Aportaron grandes sumas de dinero, y enviaron armas, munición suficiente, así como mantas y vestuario para un ejército estadounidense que comenzaba a organizarse.
España no quería meterse en una guerra de primeras, pero el momento de declararla contra Gran Bretaña llegó en junio de 1779. Ahí es donde comenzó a ser una pieza clave Bernardo de Gálvez, gobernador de la Luisiana española.

Estatua de Bernardo de Gálvez en Nueva Orleans
Sus extraordinarias campañas bélicas, no solo retrasaron a los británicos, sino que reforzaron la posición española en el continente y permitieron recuperar ciudades y enclaves estratégicos que habían perdido. La batalla de Pensacola fue especialmente importante para los estadounidenses.
Tal fue la ayuda prestada, que George Washington, primer presidente de la recién creada nación, quiso tener en la inauguración del país al español Diego Gardoqui, primer embajador de la corona española en Estados Unidos.
Aunque el interés de España y, consecuentemente, el de Francia, era el de debilitar a la Corona británica, nuestro país también salió victorioso al reforzar sus posiciones en el sur. Igualmente, fue una pérdida de unos 12 billones de euros, según se estimó.
Estados Unidos consiguió, finalmente, librarse del yugo británico, pero lo hizo con la inestimable ayuda de España, aunque no le haya dado crédito a lo largo de la historia. Fue la tan temida Leyenda Negra la que imposibilitó, durante siglos, que nuestro país quedase a la sombra de otro hito histórico. Uno más.