La guerra entre España y Alemania que León XIII evitó con un simple acuerdo: una de las razones de Prevost para llamarse así
El recién nombrado León XIV ha tomado su nombre de su predecesor, León XIII, uno de los papas que más ha influido en la historia de la Iglesia

León XIII y León XIV
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Menos de 24 horas bastaron para que los 133 cardenales electores en el cónclave tras la muerte del papa Francisco para elegir al nuevo pontífice. No solo cumplieron con lo prometido, que era hacer un cónclave rápido, sino que evidenciaron que la decisión a favor de Robert Prevost era adecuada.
Una hora después de la tan esperada fumata blanca, el nuevo Papa se presentaba al mundo. Entre toda la expectación, se anunciaba a los fieles que el cardenal Robert Prevost era el elegido para tan complicada tarea.
Enseguida, se sabía que, el hasta entonces cardenal, era de origen estadounidense, nacido en Chicago, y nacionalizado peruano. En ese segundo país había desarrollado la mayor parte de su carrera, y fue porque lo enviaron como misionero.
Más tarde, llegó a ser obispo de la diócesis de Chiclayo, al norte del país, lugar del que se despidió con mucha tristeza para emprender una nueva etapa en Roma. Años más tarde de llegar al Vaticano, se convertía en Papa.
Y en ese balcón desde el que se había despedido Francisco un día antes de morir, se presentaba ante el mundo anunciando su nombre: León XIV.
Un nombre que causaba mucha impresión, porque el primer León dentro de la Iglesia data de la época antigua, y, el resto, son medievales. El último León estuvo al frente de la Iglesia hace 120 años. Pero, precisamente por él, por León XIII, Robert Prevost ha decidido llamarse.
Los hitos de León XIII como cabeza de la Iglesia
20 de febrero de 1878, una fecha que nunca olvidaría Gioacchino Vincenzo Raffaele, un joven italiano que se había convertido en cardenal años atrás. Era el día en que se convertía en Papa y que su vida cambiaría para siempre, y también la de la Iglesia.
El nombre que había elegido era el de León, llegando a ser León XIII, un nombre que quedaría inscrito en los anales de la Iglesia. Y es que fue pionero en muchas cosas.
A León XIII se le conoce por haber sido vanguardia en la doctrina social de la Iglesia, esa parte tan fundamental que se preocupa, en términos coloquiales, de los problemas de la gente. Quiere abogar por soluciones para los más necesitados, para los marginados, para todos aquellos que no tienen a nadie que rece por ellos.

Retrato de León XIII en los Museos Vaticanos
Es suya la autoría de la encíclica 'rerum novarum', del año 1891. En ella se abordan temas como los derechos de los trabajadores, o de la cuestión de la propiedad privada frente al socialista, vigente en la época, y también frente al capitalismo salvaje.
Su labor fue impresionante, y consiguió impulsar la apertura eclesiástica al pensamiento moderno. Lo hizo fomentando un estudio de la Biblia crítico, lo que se conoce como 'Netomismo'.
Fue, sin duda, un Papa avanzado a su tiempo, y, por eso, se le llegó a considerar 'progresista', porque no se conformó con lo establecido y quiso avanzar, especialmente, en cuestiones sociales.
Aun así, fue un Papa al que le gustaba mantener la tradición y aquellos aspectos establecidos que sí valían la pena.
La guerra que evitó para España y por qué fue Prevost se llama así
De León XIII se pueden y se deben destacar muchos aspectos, ya que su papado fue largo (duró 25 años) e intentó acercar la Iglesia a los más necesitados. Es, sin duda, uno de esos elementos por los que Robert Prevost ha querido coger su nombre.
Pero también hay otro que es determinante para elegir el nombre: su enorme labor diplomática. Su necesidad de reorientar la diplomacia vaticana lo hizo imprescindible como figura mediadora para el resto de países.
Él, que veía que se encontraba en un mundo cambiante de forma galopante, supo ver que la diplomacia era fundamental para resolver unos conflictos que, anteriormente, se resolvían con armas, eran necesarias las palabras y los acuerdos.

Audiencia del Papa León XIII
En 1870 se habían perdido los Estados Pontificios, esa parte dentro de la península itálica cuya autoridad tenía completamente el Papa. Convenía, y León XIII lo sabía, comenzar a retomar relaciones con Italia y reconciliarse con el país frontera que siempre tendrían que habitar.
Una vez reconstruidos esos puentes, actuó como figura diplomática imprescindible al mediar entre España y Alemania en el año 1885. Y es que ambos países empezaron una disputa por un territorio muy cotizado en el Pacífico: las Islas Carolinas.
Y es que, en el siglo XVI, estas islas habían sido descubiertas por dos exploradores españoles, pero, en pleno XIX con el imperialismo alemán en auge, Alemania quiso hacerse con ellas.
Había pactado con Inglaterra que esa parte del mundo quedaría bajo la influencia alemana, algo que España rechazaba, ya que, previamente, se habían tomado en nombre de nuestro rey.
Cuando este conflicto estaba a punto de estallar, el Papa León XIII, en calidad de mediador, intervino para evitar un conflicto armado, a propuesta de Bismarck. El pontífice vio clara la jugada y entendió que se trataba de un conflicto que, fácilmente, podría rehuirse.
Mediante un simple acuerdo, consiguió que la sangre no llegase al río. España tendría en propiedad las Islas Carolinas, siempre y cuando los derechos comerciales fueran alemanes. Un año más tarde, la propia Alemania renunció a esa estación naval en las islas y así evitar futuras discordias.
La intervención de León XIII fue imprescindible para la diplomacia europea y para evitar conflictos que podrían causar guerras mundiales. El problema fue que en 1903 murió, dejando la sede vacante y, sobre todo, dejando a una Europa que estaba cercana a vivir su primer conflicto mundial, huérfana de padre diplomático.