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'Stupid Martin', el millonario con retraso mental que asesinó a 35 personas en una mañana: “Me recordarán”

Un joven de 28 años provocó una de las masacres más mediáticas de las últimas décadas en todo el mundo

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Paco Delgado
@Delgado_LPacoRedactor de COPE

Tiempo de lectura: 5'Actualizado 16:39

A principios de los años 90, una mujer de mediana edad, millonaria gracias a la herencia de una fortuna fruto del negocio de loterías, conoció a un joven de apenas 20 y pocos años llamado Martin Bryant. Conocida por unos gustos excéntricos, Helen Harvey invitó al joven Martin a su casa en la pequeña localidad de Copping, en la región australiana de Tasmania, y le ofreció que trabajase para ella como eventual jardinero y para echarle una mano con los exteriores a cambio de un pequeño sueldo simbólico. Poco a poco la dueña de la hacienda terminó encaprichándose del joven, de ojos azules y larga melena rubia.

Ambos comenzaron una relación sentimental mientras Martin se trasladó permanentemente a Copping. Él vivía de la manutención del gobierno tras haber sido decretada su invalidez en un centro de educación especial. Ella, mientras, le colmaba de regalos y le agasajaba con todas las comodidades, aunque eso significase menguar significativamente el patrimonio de los Harvey. No obstante, en 1993 Helen falleció en un accidente de tráfico y dejó en herencia a Martin medio millón de dólares australianos, que controlaba su madre mediante un fideicomiso.

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Desde entonces, y con fondos económicos más que suficientes, Martin Bryant comenzó una espiral de consumo de pornografía, zoofilia y se convirtió en cliente habitual de prostitutas que llamaba para que acudiesen a su casa y a la que jamás volvían por las condiciones que se encontraban. La soledad reforzó el carácter huraño del joven que, a los 28 años, decidió cometer un total de 35 asesinatos, un 28 de abril de 1996.

Infancia y nacimiento de 'Stupid Martin'

Pero mucho antes, en 1967, nacería Martin Bryant, como el hermano mayor de una familia de clase media en Lennah Valley, Tasmania. Desde pequeño sus padres se percataron de que algo no iba del todo bien con el pequeño, que parecía excesivamente distraído. Y, en efecto, las pruebas decretaron que el niño tenía un cociente intelectual por debajo de 70, casi veinte puntos por debajo del límite de la media y una cifra que sólo registra menos de 5% de la población.

Un giro que cambió los planes laborales de su padre, Maurice Bryant, que tuvo que pedir la jubilación anticipada para atender a todos los cuidados que necesitaba su primogénito. Pasados unos años, y una vez ya en el colegio, Martin recibió burlas y acosos, hasta el punto en el que le bautizaron con un nuevo mote: 'Stupid Martin' o, en español, 'Martin el estúpido'.

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Una situación de acoso que le volvió cada vez más alejado socialmente, incluso con episodios de violencia repentina. En una ocasión llegó a atacar con una lanza a un compañero durante una clase de buceo. También era habitual las torturas a animales salvajes, muy presentes en la zona cercana a donde vivían los Bryant.

Con el paso del tiempo, y una vez su hijo pasaba más tiempo en el colegio que en casa, Maurice decidió que era el momento de embarcarse en una nueva aventura empresarial: compraría una casa de huéspedes llamada 'Seascape', ubicada en Forcett Valley, y lo convertiría en un pequeño hotel para turistas. Sin embargo, una pareja llamada David y Sally Martin se adelantaron y se hicieron con la compra de la villa antes que Maurice, que cayó en una profunda depresión que terminó con un suicidio en 1993, mismo año en que también moriría Helen Harvey, pareja de su hijo.

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La venganza del 'Seascape'

Para los Bryant, la compra frustrada del hotel había sido claramente el detonante del suicidio del patriarca, una idea que caló en la cabeza de Martin en los tres años siguientes. Comenzó a jugar con armas de fuego, volviéndolo una afición. A los comportamientos erráticos había que sumar amenazas a vecinos de Copping. A uno de ellos llegó a advertirle: “Todo el mundo me recordará por lo que haré”. Y, en la última semana de abril de 1996, Martin Bryant fue hasta una tienda de armas para agenciarse un rifle semiautomático Colt AR15.

La primera parada la hizo el 28 de abril, en el 'Seascape', mientras viajaba en un Volvo 244. Entró, asesinó a Sally y David Martin por haberse quedado con el hotel que quería su padre, y cerró el local con llave antes de marcharse. A pesar de que la matanza de Martin duraría dos años más, la policía no descubriría los cuerpos del matrimonio hasta que los crímenes cesaron. Las que consideraron las últimas muertes, en realidad habían sido las primeras.

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A las 12:00 se marchó del hotel en dirección a la cárcel de Port Arthur, un lugar turístico y de visita para muchos residentes de Tasmania, más si cabe un domingo. Una hora después Martin cruzó el peaje y, en una mochila en la que cargaba el rifle que había comprado días antes, se sentó a comer en la cafetería Broad Arrow, junto al centro penitenciario. Colocó una cámara, sacó el Colt AR15 y abrió fuego. En los primeros 30 segundos mató hasta a 12 personas, el primero de ellos un hombre de origen asiático y su esposa, a la que disparó a la cabeza.

El joven contaba con que la recreación histórica que estaba teniendo lugar en los alrededores de la cafetería distraería a los comensales, que confundieron los disparos de su fusil con balas de fogueo del exterior. Una vez hubo terminado en el comedor, Bryant se fue hasta la tienda de recuerdos, donde acabó con la vida de otras diez personas en apenas minutos. Volvió hacia el aparcamiento mientras continuaba con los disparos. Se subió hasta su Volvo y condujo hasta las proximidades del peaje, donde cambió de coche por un BMW del que también asesinó a sus cuatro ocupantes.

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Huida y vuelta al 'Seascape'

Hasta 20 minutos desde el inicio del tiroteo tardó la policía en recibir la información de quién había sido el autor de los disparos y emprender la labor de búsqueda y captura. Para entonces Martin ya había asaltado a una pareja que estaba repostando en una gasolinera, secuestrando al conductor y asesinando en el acto a su pareja. Una vez se emprendió la retirada no había otro destino posible: de vuelta al 'Seaspcape'. Allí ató a su rehén a una barandilla y prendió fuego al vehículo con el que había escapado, llamando la atención de aquellos que estaban en los alrededores.

Rapidamente el Grupo de Operaciones Especiales de la región de Tasmania se desplazaron hasta la zona. Al teléfono con Martin se puso el negociador de la policía, el sargento Terry McCarthy, que trasladó a los agentes que su única petición era que le llevasen a dar una vuelta en helicóptero. Con el paso de las horas el joven terminó optando por intentar quemar el hotel que habría provocado la muerte de su padre y realizar un último intento desesperado de huida. Nada más lejos de la realidad.

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La policía pudo ver desde la distancia cómo Martin Bryant trataba de escapar de la casa envuelto en llamas antes de que le detuviesen y le trasladasen al hospital con quemaduras en la espalda y en las piernas. Dentro encontraron los cuerpos del matrimonio Martin y del rehén, que había sido ejecutado antes de que se iniciase el fuego.

Juicio y sentencia

Una vez se realizó la evaluación psiquiátrica los doctores decretaron que, además del bajo cociente intelectual, Bryant padecía síndrome de Asperger y esquizofrenia. Aún así, el psiquiatra Paul Mullen estimó que “aunque el Sr. Bryant era claramente un joven angustiado y perturbado, no era un enfermo mental”. Por tanto, Martin estaba en condiciones aptas para enfrentarse a juicio.

Un proceso que estuvo cargado de polémicas, sobre todo referentes a algunos medios que publicaron imágenes y versiones de la historia personal del asesino. El Consejo de la Prensa Australiana tuvo que emitir un comunicado reconociendo que, desde esos mismos medios, se estaba produciendo desacato judicial. De igual forma, el gobierno australiano realizó una profunda reforma de la ley de armas semiautomáticas y escopetas de disparo múltiple en el país. Se produjo una fuerte restricción en los requisitos y los permisos de ventas después de que el joven las adquiriese sin tener permiso de conducir o licencia.



El jurado condenó a Martin Bryant a 35 cadenas perpetuas sin posibilidad de revisión, a pesar de que la legislación incluye la posibilidad de hacerlo a partir de los 25 años en la mayoría de los casos. Desde entonces permanece en prisión sin la posibilidad de atender a los medios de comunicación o de familiares no directos. Desde 2015 se encuentra en un módulo de aislamiento en la cárcel de Risdon Vale, donde ha podido verse un drástico cambio físico en el joven, ahora con 54 años. A día de hoy, la prisión de Port Arthur es un lugar de visitas masivo tras haber sido decretado como Patrimonio de la Humanidad hace más de 20 años.

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