Sin herramientas para tolerar el estrés y la frustración: claves en el aumento de los trastornos mentales en niños y adolescentes

Dos de cada 10 niños y adolescentes tienen trastornos de salud mental, según la Asociación española de Psiquiatría.La ansiedad suele ser la puerta de entrada a trastornos psiquiátricos más graves.

Dos de cada 10 niños y adolescentes tienen trastornos de salud mental
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Sefi García, sección Sociedad Cadena COPE

La ansiedad suele ser la puerta de entrada a trastornos psiquiátricos más graves.

Sefi García

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9 min lectura

Dos de cada 10 niños y adolescentes tienen trastornos de salud mental, según la Asociación española de Psiquiatría. La ansiedad diagnosticada en menores de 25 años se duplicó entre 2016 y 2019, según datos oficiales, y creció un 30% más tras la pandemia. Los ingresos hospitalarios por este motivo, aumentaron un 20% en los últimos 5 años. La ansiedad suele ser la puerta de entrada a trastornos psiquiátricos más graves.

Son muchos los factores que pueden provocar ansiedad en un menor, “pero sí que es verdad que un poco el sistema de sociedad en el que estamos inmersos, que propicia que las tasas de incidencia y de prevalencia de ansiedad sean mayores”, nos cuenta Paula Cotino, psiquiatra del Hospital Ribera de Valencia y vocal de infantojuvenil en la Asociación de Psiquiatría de la Comunidad Valenciana. Eso y la tecnología. El uso excesivo de redes sociales y la cantidad de tiempo que los menores pasan en ellas “se ha asociado con problemas de ansiedad en niños y adolescentes. Hay cierta presión en las redes sociales, puede haber ciberacoso y, sobre todo, hay una comparativa constante que puede generar altos niveles de estrés y de ansiedad”.

También la falta de actividad física. Y todo ello está de alguna manera relacionado. “Los cambios sociales que estamos viviendo-apunta la psiquiatra infantojuvenil- ha provocado que hayamos perdido el estilo de familia tradicional, y muchas veces lo que tenemos es un aislamiento social importante que paliamos o empezamos a paliar también muchas veces con el uso frente a las pantallas”. La falta de ejercicio físico es otro de los factores que contribuyen a incrementar los casos de ansiedad en los más pequeños. De hecho, solo el 20% de los adolescentes realizan el ejercicio recomendado para su edad.

Como toda enfermedad, también tenemos otros factores biológicos y factores genéticos. Hay una predisposición genética. “Sabemos que la ansiedad puede ser hereditaria y que si un miembro de la familia sufre un trastorno de ansiedad, pues, hay una mayor probabilidad de que los 'nanos' también lo puedan desarrollar”.

En la adolescencia se suma el trastorno hormonal, el cambio que están viviendo biologicamente.  "Hay cambios hormonales en la adolescencia-apunta la doctora Cotino- junto con la inmadurez del cerebro, que pueden hacer, justamente, que la población infantil o juvenil sea más susceptible a la ansiedad, están en pleno desarrollo del cerebro y eso también aumenta mucho a la regulación emocional”.

Cuando un menor ha sufrido episodios de violencia, también “está más que dispuesto a padecer o a desarrollar algunas enfermedades mentales en general. Entre ellas, la ansiedad sería una de ellas. Y después, algo que también considero importantísimo: las dificultades que vemos, las pocas estrategias de regulación emocional que tienen actualmente gran parte de nuestra población infantil o juvenil”.

 SIN CAJITA DE HERRAMIENTAS  

Lo que notamos en las consultas es que hay una incapacidad para manejar emociones de una manera adecuada y, lo que hemos dicho, una falta de herramientas para hacer frente al estrés, que son factores clave en el desarrollo de la ansiedad. Y en muchos casos lo que vemos es que la población infantil o juvenil, cuando llegan a consultas, tú tienes que empezar con herramientas superbásicas en una edad cronológica que debería ser como algo que ya debería tener como superado, o al menos tener una pequeña cajita de herramientas“.

Una sociedad basada en la inmediatez, en la recompensa casi automática, hace que los más jóvenes no tengan capacidad para afrontar la frustración, el malestar, el estrés. No están acostumbrados, no han desarrollado los mecanismos necesarios para superarlo. La psiquiatra nos cuenta que en consulta les explica que “tenemos como una vía adaptativa, que es una vía de espera, de trabajo y de esfuerzo, que cuesta ponerse y que hay que practicar, y tenemos una vía des adaptativa, que es lo que normalmente vemos, independientemente de la ansiedad. El abuso de pantallas en muchos casos, que es una recompensa inmediata, abuso de tóxicos en otros menores, las autolesiones, en algunos momentos la idea de muerte…, no dejan de ser herramientas des adaptativas, que lo que hacen es que bajan mis niveles de malestar de una manera rápida”.

En definitiva, nos dice la doctora Cotino, no deben pensar que “el malestar es algo normativo, pero hay que saber, 'aguantarlo' en determinados momentos, no de manera infinita, y poder aprender herramientas o herramientas de distracción o cosas que me hagan conectar con el bienestar, que no sean de una manera inmediata”.

 ¿GENERACIÓN PERDIDA?  

No se trata de una generación “blandita", pero “pero sí que es verdad que viven en unas circunstancias sociales en las que no adquieren las herramientas necesarias, pero yo soy la primera-confiesa- que no tiene las herramientas que tienen mis padres”.

Paula Cotino sí está muy esperanzada porque se están aplicando muchas medidas tanto desde el ámbito educativo como en el de la salud mental. Y esas medidas “van a ayudar a que no sea una generación perdida ni muchísimo menos, sino que ellos poco a poco, o a lo mejor de una manera un poco más tardía, adquieran las herramientas necesarias. Y esto es como todo, también tenemos que ver que lo que nosotros vemos en consulta es una parte, una proporción de la población que está malita y hay otra gran parte de la población que no nos llegará a la consulta de salud mental”.

 BAJARÁN LAS CIFRAS  

Las cifras de trastorno mental y de ingresos hospitalarios de menores no han parado de crecer en los últimos cinco años, pero la psiquiatra está convencida de que hay perspectiva de mejora porque hay muchos avances “tanto a nivel farmacológico como a nivel de terapia, como a nivel más de terapias tecnológicas, como pueden ser las aplicaciones sobre ansiedad y la neuroestimulación”.

No a muy corto plazo “pero corto y medio sí que se puede bajar. En psicoterapia, hay una evolución constante y cada vez se especializan más o hay terapias como más focalizadas en cada enfermedad específica, más que en la enfermedad, en cada síntoma específico de salud mental. Ahora ya, por ejemplo, vamos con las terapias de tercera generación, la cognitivo-conductual también ha evolucionado un montón y hay incluso terapias breves, que a lo mejor son 10 sesiones sobre ansiedad. A nivel psicoterapéutico la cosa va evolucionando y a un buen ritmo”.

Neurosteroides que se están intentando desarrollar para el tratamiento de la ansiedad, que no generen tanta tolerancia y dependencia como las benzodiazepinas típicas, como el diazepam, olorazepam, “todo lo que acabe en pam”. Y los psicodélicos, “que yo creo que en niños costarán más de llegar, pero que habrá un momento en que posiblemente también se investiguen".

En el Hospital Ribera de Valencia cuentan con una enfermera especialista en salud mental que explica a los niños “la respiración de Jacobson, un poquito de mindfulness, interviene sobre todo mucho a nivel del autocuidado, que es importantísimo, de higiene del sueño, de alimentación saludable, para potenciar la microbiota intestinal, que ahora es algo que también se lleva mucho y los estudios ven que está muy relacionado”. Cada piecita van poniendo “va a hacer que, al final, creo que por lo menos estas cifras se van a estabilizar. No vamos a ver este crecimiento exponencial que estamos viendo ahora”.

"No será inmediato", reconoce la doctora Cotino, pero “estamos invirtiendo muchísimo, en prevención y un poquito menos en tratamiento. Y esto lo que va a hacer al final es justamente esto, que estas cifras se estanquen, yo creo que a cinco años seguro y que en un momento determinado incluso bajen”.

 ESCUCHAR SIN JUZGAR  

La prevención es el eje principal para conseguir este objetivo. La doctora Cotino aconseja a las familias que “establezcan confianza, una comunicación abierta y emocionalmente segura dentro de casa”.

Porque los padres, salvo que sean casos muy patológicos “suelen ser el mayor apoyo para los nenes. Entonces, que sí, que se dedique un tiempo a escuchar las preocupaciones y a fomentar como este ambiente de confianza. Y sobre todo, para que ellos puedan expresar estas preocupaciones y estos miedos justamente sin temor a ser juzgados, que es muchas veces lo que nos vemos en los niños que entiende que sus padres van a pensar que es una tontería, esto no tiene importancia, etcétera”.

 AYUDA EN LAS ESCUELAS A RECONOCER SENTIMIENTOS  

Desde las escuelas, las unidades de detección precoz son estratégicas, y también la educación emocional en edades tempranas “para dar estas herramientas de regulación emocional y para ayudarles a identificar emociones, porque muchas veces lo que vemos es que les cuesta muchísimo saber. Tristeza o ira son muy características, pero otras emociones más secundarias, incluso en adolescencia, les cuesta mucho identificar”.

 LIMITAR EL USO DE DISPOSITIVOS  

Limitar el uso de los dispositvos, del móvil, la tablet, el portátil, es estratégico y también de las redes sociales. En esto la psiquiatra es muy tajante “normalmente todos los necesitamos para el uso de la vida diaria, pero es importante, sobre todo, el que controlemos dónde acceden, que haya un control parental efectivo, porque al final es una ventana a cualquier tipo de información, tanto positiva como negativa”.

Y además las redes sociales generan mucha frustración “y muchísima angustia en los niños. Yo me acuerdo de una nena de 11 años que nos la derivaron porque ella lo que quería era tener la misma cara que un filtro de Instagram”.

La recomendación a los padres cuyos hijos trata es que establezcan control parental y un horario cerrado para el uso de los móviles “se tiene que dar y se tiene que quitar en ese horario. Muchas veces lo que vemos son rebotes acojonantes de los niños, perdón por la expresión, que cuesta mucho de manejar en casa”.

 CADA NIÑO, UNA TERAPIA  

Fundamental la prevención, pero una vez que existe el problema hay que valorar la intensidad y la intervención.

Cuando un menor llega a la consulta de la doctora Cotino, el primer paso que da es conocer “su funcionalidad, mi niño con esta ansiedad puede ir al cole o no puede ir al cole. A nivel social, ¿está saliendo de casa o no está saliendo de casa? ¿Sale con un círculo cercano? Sobre todo, ¿ha cambiado hábitos? Y a nivel familiar, ¿cómo se comporta? Si hay mucha irritabilidad o si ya a nivel de estado de ánimo se ve afectado”.

Cada niño recibe una intervención como un traje a medida. “En nenes, una intensidad que consideraríamos leve, siempre empezar con psicoterapia. Si no, ya introduciríamos tratamiento farmacológico, podríamos derivar o no a enfermería para que hiciese y le enseñase técnicas de respiración, de relajación y en un momento determinado, técnicas de regulación emocional como muy básicas y a largo plazo trabajando en las estrategias”.

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