Carolina, bióloga: "Las toallas de la ducha hay que lavarlas cada 2 o 3 usos, si esperas más de 7 días, ya no te seca, más bien te recontamina"

La bióloga Carolina ha resuelto una de las dudas más comunes en el ámbito de la higiene doméstica a través de un vídeo publicado en su perfil de TikTok (@unacordobessa). Mientras que la mayoría de personas tiene claro cuándo debe cambiar las sábanas o lavar la ropa, existe una gran confusión sobre la frecuencia con la que se deben higienizar las toallas de la ducha.

Un paraíso para los gérmenes

Según explica la experta, las toallas de baño constituyen "el ambiente perfecto para los microorganismos". Reúnen las condiciones idóneas para su proliferación: humedad, una temperatura ideal, oxígeno y nutrientes, que obtienen de las células muertas de la piel y los aceites corporales que transferimos al secarnos. Este entorno, que describe como "el paraíso de las bacterias y los hongos", permite que dupliquen su población "cada media hora".

Además, Carolina advierte sobre un factor que agrava el problema: la ubicación de la toalla. Si esta se encuentra cerca del inodoro y no se baja la tapa al tirar de la cisterna, la toalla queda expuesta a una "lluvia microscópica de gérmenes" que la contamina directamente.

Si esperas más de 7 días, esa toalla ya no te seca, más bien te recontamina"

Carolina

Bióloga

La frecuencia de lavado correcta

El veredicto de los expertos, según recoge la bióloga, es lavar las toallas cada dos o tres usos. No obstante, siendo consciente de que el ritmo de vida a veces no lo permite, establece un límite máximo que nunca se debe superar: una semana. Tal como señalan otros especialistas en la materia, pasado este tiempo la acumulación de gérmenes es excesiva. La propia Carolina lo resume de forma contundente: "Si esperas más de 7 días, esa toalla ya no te seca, más bien te recontamina".

Finalmente, la experta ofrece una última recomendación clave para asegurar una higiene completa. Al momento de lavar las toallas, es imprescindible hacerlo siempre a una temperatura superior a los 60 grados centígrados, garantizando así la eliminación eficaz de todos los microorganismos acumulados.