Eduardo se hizo un test de ADN para saber sus orígenes y el resultado le deja perplejo: "Del norte de África"

Resulta que cada vez hay más personas que se plantean este tipo de cuestiones y empresas como la de Irene y Yara se encargan de descubrirlo

Científicos analizan muestras bioquímicas en un laboratorio científico avanzado.
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Poniendo las Calles

Carlos Moreno 'El Pulpo' conoce con la bioinformática Irene Pérez y la responsable de márketing de tellmeGen, Yara López, cómo funciona la tecnología de ADN para indagar en tus antepasados

José Manuel Nieto

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

En los últimos años, cada vez más personas en España y en el mundo sienten curiosidad por conocer sus raíces más profundas. No se trata solo de los abuelos o bisabuelos, sino de indagar en esos orígenes que pueden remontarse cientos o miles de años atrás. Este interés creciente ha impulsado el auge de los test de ADN como herramienta para descubrir la composición genética y ancestral de cada individuo. Eduardo es un ejemplo reciente de alguien que decidió dar este paso y cuyos resultados le sorprendieron, revelando vínculos que desconocía hasta entonces.

El viaje al pasado personal a través del ADN

Eduardo cuenta en el programa radiofónico Poniendo las Calles de Cadena COPE cómo un regalo despertó su curiosidad: "No tenía mucha curiosidad por mis ancestros, pero cuando recibimos publicidad de esta empresa, un laboratorio que lo hacía, empecé a preguntar a mis padres y tíos, y me picó la curiosidad". Así comenzó el proceso que consistió en hacerse una sencilla prueba de saliva en casa, enviarla al laboratorio y esperar un análisis basado en una tecnología llamada microarray que detecta posiciones específicas en el ADN.

El informe recibido fue una revelación: "Me salió un 85 % ibérico, pero también un 3,5 % del norte de África, y hasta un 0,9 % nigeriano, con algo de británico y francés", relata Eduardo. Como él mismo admite, es un verdadero "batiburrillo", típico en muchas personas de España, reflejo de un crisol histórico de migraciones y mezclas. Sin embargo, no todo es exactitud científica precisa: "Esto hay que tomárselo como una diversión, porque no es un análisis clínico o médico, sino una comparación con patrones genéticos generales", apunta.

Médico realizando una prueba de hisopado bucal a una paciente mayor

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Médico realizando una prueba de hisopado bucal a una paciente mayor

Pero más allá de la mera curiosidad, esta experiencia puede tener un impacto personal y emocional. En el caso de la esposa de Eduardo, el test sirvió para "hacer arqueología genealógica" y conocer mejor sus ancestros en Cantabria y Asturias, descubriendo incluso cómo llegaron migraciones francesas a su región.

Este tipo de pruebas ya no son anecdóticas. Como explica Yara López, responsable de marketing digital de la empresa tellmeGen, que ofrece estos servicios, "cada persona se hace un test por distintos motivos: algunos por curiosidad, otros para conocer historias familiares complejas, adopciones, migraciones desconocidas o para ampliar su árbol genealógico". Por tanto, el perfil de usuario es muy diverso y va mucho más allá de un simple hobby.

Ciencia, historia y tecnología al servicio del ADN

La parte científica la detalla Irene Pérez, bioinformática del departamento de genética e investigación de tellmeGen. El proceso comienza cuando la persona recibe un kit con un bastoncillo para la extracción de saliva, que luego se analiza en laboratorio. El análisis bioinformático puede tardar unas semanas, pero lo fascinante es la profundidad histórica a la que pueden llegar.

Primer plano de la mano de un profesional médico sosteniendo un tubo de ensayo de sangre con una etiqueta de maqueta vacía sobre fondo azul, composición bioquímica del paciente.

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Primer plano de la mano de un profesional médico sosteniendo un tubo de ensayo de sangre con una etiqueta de maqueta vacía sobre fondo azul, composición bioquímica del paciente.

"Los estudios permiten rastrear la ancestralidad hasta unos 500 años atrás y, a través de los haplogrupos , remontarse a cientos de miles de años, a las migraciones desde África hasta hoy", explica Irene. Estos haplogrupos representan linajes maternos o paternos y reflejan las grandes migraciones humanas que han moldeado la población actual.

El informe ofrece mapas interactivos donde se visualizan los porcentajes de ADN ligados a diferentes regiones y países, mostrando, por ejemplo, cómo se mezclaron agricultores neolíticos, pueblos de la Edad del Bronce, fenicios o francos germánicos. Esta visión no solo es científica sino cultural e histórica: "Nos cuenta una historia súper interesante de cómo se han formado las poblaciones actuales", añade.

Además, no todos los hermanos heredan el mismo ADN en la misma proporción, por lo que las pruebas genéticas pueden mostrar variaciones inesperadas incluso dentro de una familia. Yara confirma que, en ocasiones, estos estudios revelan sorpresas: "No es raro encontrar hermanos no reconocidos o familiares lejanos dispersos por todo el mundo".

El test de ADN de Eduardo es un ejemplo claro de cómo la tecnología puede abrir puertas al pasado, revelando historias dormidas en nuestro código genético y conectándonos con migraciones y pueblos que, de otro modo, quedarían en el olvido. Para muchos, estos datos se convierten en una herramienta para entender mejor su identidad y pertenencia, y para seguir explorando ese viaje fascinante que es conocer de dónde venimos.

¿Y tú? ¿Te atreverías a hacer un test de ADN para descubrir tus orígenes? Como dice Carlos Moreno 'El Pulpo' en Poniendo las Calles, “es divertido, es para pasárselo bien, y nunca sabes qué misterio genético puede salir en la próxima cerveza con amigos”.

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