Cope visita un piso de entrenamiento
Los discapacitados intelectuales pueden tener una vida independiente
Un proyecto de la Fundación Carmen Pardo-Valcarce trabaja por la integración de este colectivo.

Imágenes del piso de entrenamiento de la Fundación Carmen Pardo-Valcarce. Fotos: Laura Otón
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Javi y Paco comparten piso desde hace una año. Son dos de las personas con discapacidad intelectual que han pasado por este piso de entrenamiento de la Fundación Carmen Pardo-Valcarce. Aquí se les enseña a comenzar una vida. La mayoría llegan con edades entre los 35 y los 40 años. Su situación personal normalmente pasa por una vida en la que los padres les protegen en su día a día porque no creen que sus hijos puedan valerse por si mismos.Error. Así lo demuestran las 34 personas que pasan cada año por este piso para enseñarles lo que es la vida viviendo solos. Miriam Becerril, Directora de este proyecto, nos cuenta que ya han conseguido abrir tres viviendas supervisadas. Es el paso de estos chicos y chicas a la independencia tras pasar varios meses por el Piso de entrenamiento. “El futuro es visto con muca angustia por los padres y por los hijos, y lo que pretendemos es cambiarlo y que la gente tenga una visión positiva del futuro y que hay alternativas y que pueden tener una vida normalizada.” Miriam confirma que los padres son los más reacios a que sus hijos se independicen por miedo “Tenemos sesiones con toda la familia, intentamos hablar de ello porque normalmente no se ha hablado en casas y sacudimos las alfombras. ¿Qué idea tienen los padres?, ¿qué idea la propia persona?, ¿qué posibilidades reales tenso, el papel de los hermanos en la vivienda. Aprovechamos y lo hablamos es muy bueno porque de aquí todos salen con una planificación de futuro. Es algo que nos gusta del proyecto y es algo que las familias agradecen mucho”Este proyecto es novedosos porque está fomentado en tres pilares “Fomentado en tres pilares autonomía, actividades de la casa, la convivencia, la empatía y el respeto y las diferentes maneras de manejarse en una piso compartido.”Javi recuerda que aquí les enseñan “a cocinar, a convivir con compañeros, a limpiar su casa, a hacer la compra, sobretodo a organizarnos con el dinero, porque hay mucha gente que nos ve así y nos quieren engañar”Y funciona porque como el piso de Paco y Javier hay ya tres más, donde ellos viven solos. “Para mí-cuenta Paco- fue un paso muy importante mi padre todavía no me ve, mi madre lo ha aceptado mejor. Nosotros vamos a hacer la compra juntos, tenemos una cuenta en común donde metemos el dinero que hace falta para pagar todos los gastos, nos entendemos muy bien”. Paco recuerda como fue el primer día de independizarse “Estaba tan nervioso que me dejé la maleta con la ropa en casa de mis padres-carcajadas-y tuve que volver a por ella, es que el paso era muy fuerte”A sus cuarenta años Paco trabaja en la sección de Correos de la Fundación, se encarga de limpiar y clasificar las sacas de correos gracias a un acuerdo que mantienen ambas entidades. Cobran el sueldo mínimo interprofesional a pesar de que sus jornada de trabajo es intensa. La mayoría de estas personas están trabajando en las diferentes actividades de la Fundación. Javi trabaja en mantenimiento, Mónica la más callada de todos en la imprenta, igual que Alvaro.A sus 39 años Alvaro está preparado para independizarse y está a la espera de que le asignen un compañero de piso para empezar su andadura.La Fundación tiene una base de datos con todas las personas del programa y sus compatibilidades para hacer más fácil la convivencia. Mónica y Helen van más despacio. Helen trabaja en la clasificación de sellos de la Fundación para Correos. Mónica es según Coro su jefa de las “más currantas que he tenido nunca trabajando”. Su cometido es preparar sobres con sus invitaciones, un trabajo meticuloso también pero del que disfruta.Este piso coqueto con aire de loft abuhardillado se encuentra en el edificio de la Fundación. Consta de tres habitaciones, un salón, dos baños y una cocina americana, y una pequeña terraza desde donde se otea el campo de la zona norte de Madrid, muy cerca de El Pardo. Aquí es donde aprenden a vivir su independencia. La Fundación también tiene talleres ocupacionales de floristería, fábrica de muebles y complementos decorativos, un huerto urbano o talleres de chuches donde se emplean centenares de personas que se benefician de sus proyectos. El colegio concertado de Educación especial Niño del Remedio , es otra de las joyas mimadas de un lugar donde se intenta demostrar a cada paso que no hay discapacidad sino capacidades diferentes.Los discapacitados intelectuales pueden tener una vida independiente