Críticas de los estrenos de cine del 25 de julio

Análisis de los estrenos de cine de esta semana: Jerónimo José Martín comenta “Las vidas de Grace”, “Barbacoa de amigos”, “Llenar el vacío”, “Un toque de violencia”, “Anarchy: La noche de las bestias”, “Vampire Academy”, “The Extraordinary Tale”, “Los Andersson en Grecia “ y “Sex Tape: Algo pasa en la nube”.

Las vidas de Grace

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

10 min lectura

Grace (

) es una guapa y sensible veinteañera que trabaja como supervisora en Short Term 12, un centro californiano de acogida para niños y adolescentes problemáticos, muchos de ellos con experiencias muy traumáticas. Cuando ingresa en el centro Jayden (

), una chica inteligente y rebelde, Grace comprende que no puede seguir obviando sus propios problemas existenciales, que arrastra desde la infancia, y que están afectando gravemente a su abnegado trabajo y a la relación con su cariñoso novio Mason (

), que trabaja con ella en Short Term 12.

Reconocida con decenas de galardones —como el Premio del Público en la Seminci de Valladolid 2013— y acogida con entusiasmo por una buena parte de la crítica, esta conmovedora película “indie”

da a conocer internacionalmente al hawaiano

, hasta ahora codirector del imaginativo documental “Drakmar: A Vassal’s Journey” y del vibrante drama musical “I Am Not a Hipster”. En “Las vidas de Grace” —basada en el cortometraje que él mismo dirigió en 2008—, Cretton despliega una fluida puesta en escena hiperrealista, al servicio de unos actores excelentes que llenan de humanidad un guion de enorme intensidad dramática, habitado por unos personajes cercanísimos, nada estereotipados, en cuyos perfiles abundan los grises, y conviven las sombras y las luces en inestable armonía. Como en la vida misma…

Así, al ritmo de la preciosa partitura de

y las espléndidas canciones que la completan, con un sensacional John Gallagher Jr. equilibrando con humor el sangrante dilema existencial que encarna magistralmente Brie Larson, Destin Daniel Cretton ofrece respuestas audaces, hermosas, trascendentes y, por tanto, esperanzadas a los dolorosos desafíos, a veces terribles, insoportables, de la pedofilia, las agresiones paternales, la ausencia de seres queridos, la soledad ante el sufrimiento, la falta de sentido de la vida… Hasta se atreve a responder a la deshumanizadora cultura del aborto con una bellísima exaltación de la maternidad y la paternidad, de ese amor generoso, solidario, radical, revolucionario…, que afortunadamente todavía mueve el corazón de millones de personas en todo el mundo. En fin, que “Las vidas de Grace” es una arrebatadora lección de cómo se pueden mejorar las cosas.

Para su 50 cumpleaños, el francés Antoine (

) recibe un regalo bastante desagradable: un ataque al corazón. Él se irrita enormemente, pues se ha pasado toda su vida siendo cauteloso, cuidando su salud, su dieta y dedicándose con esmero a su familia y amigos. Ahora Antoine quiere cambiar las cosas. Y, durante una reunión veraniega, hace precisamente eso: cambiar su vida y la de aquellos que le rodean. Lo que no está claro es si ese cambio es a mejor o a peor.

En la misma línea de “Pequeñas mentiras sin importancia”

(2010), de

, “Barbacoa de amigos” se aproxima a la crisis de los cincuenta con un punto de humor y ligereza, pero sin desdramatizar las negativas consecuencias de la inmadurez afectiva y vital de tantas y tantos supuestos adultos en las sociedades occidentales. El francés

(“Protéger & servir”, “Incognito”, “Bienvenue à bord”) acierta al poner su cámara al servicio de un notable reparto, liderado con vigor por el versátil Lambert Wilson, al que se le ve comodísimo en la piel de su patético personaje. La buena labor de todos ellos disimula las irregularidades y ambigüedades de este filme coral, que al menos acaba subrayando el valor de la unidad familiar, el arrepentimiento, el perdón y la amistad.

Shira (

) es la hija más joven de una familia judía ortodoxa jasídica de Tel Aviv. Prometida con un joven de su misma edad, a sus 18 años Shira se siente preparada e impaciente. Pero la muerte de su hermana mayor, Esther (

), al dar a luz a su primer hijo, trastocará por completo la vida familiar y el futuro de Shira. Concretamente, ella ve obligada a elegir entre los deseos de su corazón y el deber familiar, pues su madre le propone contraer matrimonio con el viudo de su hermana, Yochay (

), al que considera parte primordial de la familia y que, si no se vuelve a casar, debería ocuparse en solitario de su hijo recién nacido.

La neoyorquina residente en Israel

debuta en el largometraje con esta sensible y delicada película, galardonada, entre otros, con siete premios importantes de la Academia Israelí de Cine, con la Copa Volpi a la mejor actriz (Hadas Yaron) en la Mostra de Venecia 2012 y con el Premio del Cine Europeo 2013 a la mejor fotografía (

). A través de una contemplativa y cálida factura visual —cercana a la del documental sobre monjes cartujos “El gran silencio”

(2005), del alemán

—, y de una hipnótica banda sonora folclórico-mística, Burshtein sumerge al espectador en las intimidades de los jaredíes, la rigurosa comunidad judía jasídica a la que ella misma pertenece. Y lo hace con algún apunte crítico, pero subrayando más bien la profunda religiosidad y sentido moral de sus miembros, todos ellos encarnados en la película con una entrañable veracidad y riqueza de matices.

A muchos les resultará lenta y tediosa, pero “Llenar el vacío” es una película bella y fascinante, mucho más universal de lo que parece, que da muchas luces sobre el profundo valor de la religión en las vidas de tantas personas, y sobre la consiguiente necesidad que sienten de adecuar la propia libertad a la voluntad de Dios, para que ese amor sobrenatural guíe al resto de amores humanos, también al matrimonial, al maternal y al paternal. Todo ello, con realismo, sin idílicas ensoñaciones, pero con una rotunda esperanza.

Un minero indignado se rebela contra la corrupción imperante en su pueblo. Un emigrante que vuelve a casa para Año Nuevo descubre las infinitas posibilidades de un arma de fuego. La guapa recepcionista de una sauna llega al límite cuando un cliente rico la agrede. Un joven obrero va de trabajo en trabajo intentando mejorar su vida. Cuatro personas, cuatro provincias. Un demoledor retrato de la China actual, un gigante económico erosionado lentamente por la violencia.

Más o menos con esas palabras se presenta oficialmente esta tremenda película del prestigioso cineasta chino

(“Naturaleza muerta”, “Historias de Shanghai”), basada en hechos reales, galardonada con el Premio al mejor guion en el Festival de Cannes 2013 y cuyo título original debería traducirse como “Un toque de pecado”. No es menor este cambio de enfoque, pues tras la explosiva y sangrienta violencia de muchas escenas —siempre muy bien rodadas y montadas— se oculta una honesta constatación de las devastadoras consecuencias de la falta de unos claros referentes morales y religiosos. Como decía

en “Los hermanos Karamazov” —a través del personaje de Iván—, “si Dios no existe, todo está permitido”. También resulta lúcida y certera la dura crítica de Jia Zhang Ke al deshumanizador neocapitalismo —insolidario, hedonista y consumista—, en el que se está transformando el supuesto comunismo chino.

Es una pena que Jia Zhang Ke no ofrezca a cambio ninguna propuesta optimista y que cargue tanto la mano en la recreación de la violencia, pues limita mucho el público potencial de esta interesante película, que interpela al espectador y le obliga a plantearse preguntas muy incómodas sobre su propia vida.

Estados Unidos, 2023. Para mantener el crimen por debajo del uno por ciento, los Nuevos Fundadores de América (NFA) han declarado legal que una noche al año se puedan cometer impunemente cualquier tipo de robos y asesinatos. No se puede llamar a la policía, los hospitales no admiten pacientes y los ciudadanos deben arreglárselas solos Es el día de La Purga, que sirve para canalizar durante 12 horas el odio y la violencia contenidos durante todo un año. Esta vez, el lacónico Leo (

) intenta aprovechar la purga anual para vengarse. Pero, durante su accidentado periplo, decide ayudar a diversas personas en peligro de muerte.

Respecto a su antecesora —“The Purge: La noche de las bestias”—, la única novedad relevante de esta segunda entrega de la saga es que su acción sale de la lujosa urbanización de la primera entrega, se desarrolla por toda una ciudad y genera más líneas narrativas y dramáticas. Por lo demás, en esta tempestad de hemoglobina, siguen resonando los ecos violentísimos de “La naranja mecánica”, “Fanny Games”

y el terror de

. Por su parte, los actores dan más o menos la talla, y el neoyorquino

(“Staten Island”) cumple tras la cámara, aunque sigue sin profundizar en las incómodas implicaciones morales y sociales de las peliagudas situaciones que plantea.

La princesa Lissa Dragomir (

) y su sacrificada guardiana Rose (

), ambas adolescentes y vampiresas, se enamoran y desenamoran varias veces, luchan contra malvados strigoi y finalmente se enfrentan a un demoledor golpe de estado en la prestigiosa Academia St. Vladimir de formación de chupasangres.

“Una idea mezclada con chistes malos y estirada hasta más allá de la coherencia. “Vampire Academy” no necesita una crítica. Necesita una estaca en el corazón”. Acierta

en la revista “Rolling Stone” al criticar en esos duros términos este chapucero y plagiador potaje de las sagas “Crepúsculo” y “Harry Potter”, basado en la primera de las populares seis novelas juveniles —¡seis novelas, seis!— de la estadounidense

. Su compatriota

(“Las crónicas de Spiderwick”) nunca controla del todo al mejorable reparto —que campa a sus anchas sin orden ni concierto—, y no logra imprimir un mínimo de personalidad a su casposa puesta en escena. Afortunadamente, la película ha fracasado totalmente en Estados Unidos, de modo que no generará otra franquicia vampírica para adolescentes descerebrados. Menos mal.

Un macabro cuento de hadas donde chico conoce chica, chico se enamora de chica, chica sufre un trastorno obsesivo compulsivo que explota cuando la realidad se interpone en su camino, chico y chica son felices y comen perdices. El problema es que el chico y la chica son muy raritos —se comunican a través de una máquina de escribir—, y la realidad que se interpone en su camino es el hijo de ambos, al que la desquiciada mujer ve como una carga insoportable.

Al inicio de esta singular fábula rodada en inglés, parece que los debutantes

quieren imitar al francés

en su imaginativa “Amélie”

(2001), o al texano

en alguno de sus discutidos desparrames surrealistas. Pero, conforme avanza la acción en el único escenario, lo naif se va tornando sórdido, grotesco y obsceno, sobre todo en el delirante desenlace, aparentemente crítico con la maternidad. Además, las bipolares interpretaciones —o gesticulantes o inexpresivas— de la alemana

y el estadounidense

acaban resultando reiterativas y agotadoras.

El pringado chaval sueco Oscar (

), su cutre padre, su quejita madre, su insoportable hermana adolescente y su travieso hermano pequeño acaban veraneando en un lujoso hotel de Grecia, supuestamente con todos los gastos pagados.

Esta nueva aventura fílmica de los populares personajes de las novelas juveniles de los suecos

ha tenido un notable éxito en su país. Pero no pasa de ser una tosca comedia disparatada, rutinariamente dirigida por

(“Nunca ocurre lo que uno espera”), que consiente a sus actores numerosos histrionismos y excesos. De todas formas, contiene algún golpe de humor divertido y ofrece una visión más o menos positiva de la familia.

Para romper la rutina, un matrimonio casado desde hace diez años y con dos hijos pequeños se filman a sí mismos en un vídeo porno casero, que acaba accidentalmente en las tablets de una veintena de amigos. En una desenfrenada carrera, intentarán que no lo vean.

Nueva comedia petarda de

, esta vez bajo la batuta del estadounidense

(“El efecto cero”, “The TV Set”, “Bad Teacher”), hijo del prestigioso guionista y director

. Sin gracia ni ritmo, y con una irritante banalización del sexo y las drogas, esta caótica colección de obscenidades e idioteces acaba provocando vergüenza ajena.

Visto en ABC

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