Sánchez sigue haciendo electoralismo desde el gobierno en funciones

El gobierno de Pedro Sánchez lleva meses haciendo electoralismo, a pesar de estar en funciones. Lo han hecho sin pudor utilizando las instituciones públicas, confundiendo a menudo la portavocía del Gobierno con la del PSOE, y regando con dinero público ocurrencias como las de los famosos viernes sociales que protagonizaron la campaña anterior.

Ahora, cuando los primeros síntomas de la recesión económica asoman por el horizonte, y contra el criterio de instituciones como el Banco de España, sigue dispuesto a aumentar el gasto público y a utilizar, una vez más, el anzuelo de la subida de las pensiones de acuerdo al IPC, como confirmó ayer mismo. Cuando se le pregunta por la forma de financiar el coste de las promesas, insiste demagógicamente en que la solución es subir los impuestos a los ricos, lo que suele traducirse en esquilmar a las clases medias y provocar una desaceleración aún mayor en el sistema.

La OCDE ya avisa de que la economía española se está fatigando a un ritmo mucho mayor que el esperado, y muy por encima de lo que lo están haciendo sus socios europeos. En esta coyuntura, seguir haciendo promesas de descarado corte electoralista y disparando con pólvora del rey refleja la irresponsabilidad de un gobierno en funciones que, con Sánchez a la cabeza, sigue moviéndose al ritmo que le marca la demoscopia y priorizando el interés partidista sobre el bien común de los españoles.