La filtración del borrador del discurso que pronunciará Ramón Tamames en la moción de censura al Gobierno, anticipa lo que será poco más que un entretenido espectáculo político. En realidad, una auténtica censura a Sánchez y su modo de gobernar ha partido justo estos días del análisis del antiguo vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, en el artículo publicado en el diario "El Mundo".

Guerra reprocha a Sánchez no haber formado gobierno con Ciudadanos cuando ganó las elecciones y le acusa de decir una cosa y hacer la contraria sin dar explicaciones. El antiguo y todopoderoso vicepresidente de González, define al sanchismo como "un proceso degenerante del que no es fácil tomar conciencia", y señala que ha renunciado al socialismo liberal para apoyarse en una mezcla de radicalismo y de oportunismo populista. En todo esto puede haber algo de ajuste cuentas dentro del partido socialista, pero también refleja el malestar profundo de muchos históricos militantes del PSOE por la deriva que Sánchez ha impreso a su partido.

Especialmente duro es el reproche a las alianzas elegidas por Sanchez, entre ellas ERC y Bildu, que no ocultan su intención de dinamitar los pilares del régimen del 78, ese que el PSOE de González y Guerra contribuyó a edificar pactando con el centro-derecha. La descarnada denuncia de Guerra se une a las que, de forma más matizada, dada su condición de barones, han expresado García-Page y Lambán. Pero todos saben que sólo se abrirá una posible rectificación en el PSOE cuando Sánchez sea derrotado en las Generales.