En las últimas horas se han acumulado varias noticias sobre las investigaciones judiciales acerca de los orígenes y la financiación de Unidas Podemos, el partido socio de Pedro Sánchez en el Gobierno. A la decisión del juzgado de instrucción número 42 de Madrid de peritar una serie de trabajos supuestamente realizados por la consultora chavista Neurona para Podemos, se suma ahora la decisión de la Audiencia Nacional de investigar si el gobierno de Maduro desvió fondos a Podemos a través de dos empresas tapadera que trabajan con facturas falsas, y que incluso podían haber utilizado canales diplomáticos.

Sea cual sea el resultado de las investigaciones, y el consiguiente horizonte penal, es inaceptable que un partido que está siendo investigado por la justicia en diversas causas, que tiene a varios de sus miembros condenados e inhabilitados, que se permite la crítica sistemática contra los jueces o que califica cualquier investigación judicial como una conspiración, siga siendo clave para la gobernación de España. Podemos se presentó con la bandera de la nueva política, pero en su origen no está lejos de ser una franquicia de un Estado antidemocrático como es la Venezuela de Maduro. Su mensaje de crítica a un sistema que consideraban corrupto carece de legitimidad.

Podemos construye su mensaje sobre la demagogia, pero además hay una seria sospecha sobre sus orígenes. Independientemente del recorrido judicial, es hora de reclamar a este partido esa “responsabilidad política” que ellos han usado sistemáticamente como arma de desgaste contra el resto de partidos.