El 30 de abril de 2019 el líder opositor Leopoldo López se convirtió en huésped del embajador de España en Venezuela. Hace pocos días, el 25 de octubre, López abandonó Venezuela. El viaje desde su país hasta España es digno de una novela de espionaje. López viajó hasta Colombia y desde allí a Miami para volar finalmente a Madrid. Ni siquiera su familia conocía los detalles. Ayer se reunió con el Presidente del Gobierno y concedió una rueda de prensa para explicar las razones de su salida. No es fácil abandonar un país como Venezuela cuando un político opositor aspira a contribuir a su transformación, pero la cárcel amenazaba día y noche a Leopoldo López. Y las cárceles venezolanas, que él bien conoce, son un infierno.

El chavismo ha empobrecido a los venezolanos y ha instaurado una férrea dictadura que se sostiene con el apoyo cubano y ruso, y se nutre de los ingresos que generan las redes criminales del narcotráfico. El mundo, sin embargo, tardó en reconocer lo que era el chavismo. Leopoldo López lo ha denunciado sin rencor, pero con claridad. Gracias a la oposición y a su lucha, nadie duda ya de la perversión del chavismo.

Es difícil calcular cuáles los efectos políticos inmediatos de su salida de Venezuela, pero López impulsará la convocatoria de elecciones presidenciales y buscará los mecanismos para paliar el sufrimiento del pueblo venezolano. Venezuela necesita ayudas y Leopoldo López no ha dudado en pedir al mundo libre que invierta en la reconstrucción del país. Sin apoyo internacional, la democracia no llegará a Venezuela.