Ecuador afronta las presidenciales en un clima de conmoción. Si el asesinato del candidato Fernando Villavicenciotenía la intención de desestabilizar el país, resulta esencial mantener la serenidad y ofrecer respuestas adecuadas, las opuestas de las que buscan los responsables de este crimen.

Villavicencio se destacó por su denuncia de las mafias, señalando a cárteles mexicanos y colombianos, con críticas también a la corrupción del populista Rafael Correa. Ecuador ha adquirido un lugar estratégico en la ruta de la cocaína y esto ha disparado la criminalidad en los últimos años.

Pero los tentáculos del crimen organizado se extienden también al petróleo y a la minería, en un momento en el que se ha disparado la importancia estratégica de América Latina como exportador de materias primas imprescindibles para la transición energética. Conviene, en primer lugar, no perder la perspectiva: ni Ecuador es un estado fallido, contra lo que afirma el expresidente Correa, ni la situación en el continente es la de hace 40 años.

Se han producido grandes avances en desarrollo económico y fortalecimiento institucional. También se han reducido las desigualdades sociales, pero a un ritmo insuficiente, lo que ofrece un flanco débil al populismo y a la corrupción. Se trata de un problema para el que no existen soluciones inmediatas.

Para empezar, sin embargo, algo sí pueden hacer los ecuatorianos: votar masivamente.