Este fin de semana se celebraron en Argelia las primeras elecciones legislativas después de la aprobación de la nueva Constitución. Si entonces apenas acudió a las urnas un 25% del censo electoral, en esta ocasión ha ocurrido prácticamente lo mismo, tras el boicot declarado por el movimiento contestatario Hirak y la oposición laica, que acusan al Gobierno de mantener vivos los lastres militaristas del viejo régimen.

Los 25 millones de electores llamados a las urnas, de los cuales apenas han votado la cuarta parte, debían elegir entre más de dos mil listas de candidatos, la mitad de ellos autocalificados de independientes, a los que se supone ligados al Poder, así como de agrupaciones islamistas "moderadas".

El movimiento disidente "Hirak", cuyas habituales manifestaciones los viernes han sido cortadas de raíz por el Gobierno, sigue reclamando un cambio radical del sistema social-militarista implantado desde la independencia hace cincuenta años. Lejos parecen ya las promesas del presidente Tebbun en las que asumía las principales reclamaciones del movimiento popular, es decir, Estado laico de Derecho, transición democrática y justicia independiente.

De hecho, Tebbun considera que "Hirak" ya no tiene razón alguna para existir y de ahí que ahora la persiga con toda suerte de procedimientos policiales. Ahora se espera conocer la orientación que dará el Gobierno a la política exterior y de defensa, en especial en lo que se refiere a Marruecos y al Sahara Occidental que han cobrado una especial relevancia en la seguridad del Mediterráneo.