Geoestrategia y crisis cultural
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Madrid - Publicado el - Actualizado
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La Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, que se celebra desde este domingo en China, está siendo una ocasión para que el régimen de Pekín muestre su capacidad de aglutinar a muchos países que reclaman protagonismo en el mundo alejándose u oponiéndose incluso por la fuerza a Occidente. La Cumbre incluye una parada militar, lo que es especialmente significativo.
El líder chino Xi Jinping ha conseguido reunir a más de 20 jefes de Estado y de Gobierno entre los que están el presidente ruso, Putin, y el primer ministro indio, Modi, así como los líderes de Pakistán, Irán y Turquía.
Este nuevo polo del que China quiere ser protagonista está formado en su inmensa mayoría por regímenes autocráticos contrarios a la democracia liberal. Especialmente importante ha sido el encuentro entre Xi y Putin. Rusia y China, como se ha visto durante los últimos años en la guerra de Ucrania, están juntas en su desafío a Occidente.
Pocos aciertan a ver que estos movimientos geoestratégicos tienen un fondo cultural. China, que aumenta su influencia militar y económica, es un gigante enfermo de nacionalismo.
Lo mismo le ocurre a Rusia. Chinos y rusos alimentan el expansionismo para llenar un vacío antropológico. Enfrente tienen a un Occidente dominado por la polarización interna e incapaz de comprender y estimar al diferente, que se percibe como amenaza.
Esta debilidad cultural es la que hace difícil la paz y la que ha provocado la crisis del multilateralismo.



