Para esta tarde se espera, sin sorpresas, el veredicto absolutorio del Senado norteamericano que se ocupa del proceso de destitución del presidente Trump, acusado de abuso de poder y de poner trabas a la Comisión de investigación de la Cámara de Representantes. Desde que comenzó sus tareas la citada Comisión se sabía que las acusaciones contra Trump no tenían posibilidad alguna de concluir con su destitución, dada la mayoría republicana en el Senado. Los demócratas querían  desgastar al presidente cara a la batalla de las Presidenciales, pero Trump ha aprovechado la ocasión para acusar a sus adversarios de haber montado una “caza de brujas”  basada en pruebas inconsistentes. Y efectivamente, puede que a los demócratas, como se dice coloquialmente, les haya “salido el tiro por la culata.

De momento los resultados económicos dan aire a la campaña de Trump, que según las encuestas marcha viento en popa mientras los demócratas, confusos y divididos, han padecido ya sendas derrotas morales: el fracaso del impeachment y el espectáculo de los caucus de Iowa, de cuyo resultado aún no tenemos seguridad debido a los fallos de un sistema arcaico, del que el propio Trump se ha mofado. Mientras los demócratas no salgan de su ensimismamiento y radicalidad, va a ser difícil que planteen una alternativa creíble al inquilino republicano de la Casa Blanca.