En favor de la conciliación

La confrontación se ha instalado en la vida política española de la mano de las irresponsables alianzas que Pedro Sánchez ha tejido para lograr su investidura. A partir de hoy la dinámica política inaugurada es de conflicto, y de un conflicto grave, debido a la naturaleza de las cuestiones en juego y al protagonismo de los partidos que se sitúan fuera del marco constitucional, que están evidentemente crecidos ante la dependencia de Sánchez.

La Constitución española sigue siendo un marco esencial para preservar nuestra convivencia nacional. No se puede banalizar sobre una hipotética reforma del marco constitucional, porque los valores superiores de libertad, justicia, igualdad y pluralismo político son bienes que deben favorecer por igual a todos los españoles sin excepción ni privilegio.

En este momento en que se cuestiona abiertamente la aventura de la Transición, es importante no perder la perspectiva de la concordia y la conciliación. España necesita políticos que prefieran integrar a excluir, reconciliar a condenar, remediar a atizar el fuego de la discordia. Eso es, en realidad, lo que la Constitución de 1978 consagró y lo que promovieron quienes desde posiciones políticas distintas favorecieron la conciliación entre los extremos.

Es evidente que dar alas a quienes buscan la ruptura, tanto territorial como social y cultural, es el peor camino, y ese es el que ha emprendido Sánchez. Pero los constitucionalistas no pueden quedarse en la queja. Es preciso trabajar para reconstruir una clara mayoría social en torno a la Constitución.