El Papa ha pronunciado su Discurso a la Curia en una Navidad marcada por la pandemia, que ha lacerado cruelmente al mundo entero. Sin duda una prueba importante para todos, pero como ha subrayado Francisco, también una gran oportunidad para convertirnos y recuperar la autenticidad.

Al referirse a la situación de la Iglesia, el Papa ha recordado que hay muchos que dan testimonio con su trabajo humilde, discreto, silencioso, leal y honesto. Pero mientras los problemas aparecen inmediatamente en los medios de comunicación, los signos de esperanza rara vez son noticia.

Según el Papa, es normal que la Iglesia viva en crisis como Cuerpo vivo que es. Pero no se debe confundir crisis con conflicto. La Iglesia no puede entenderse desde las categorías del conflicto (derecha e izquierda, progresista y tradicionalista) porque eso traiciona su verdadera naturaleza. Entonces, ¿qué hacer durante la crisis?, se ha preguntado Francisco.

En primer lugar, aceptarla como un tiempo de gracia que se nos ha dado para descubrir la voluntad de Dios para cada uno y para toda la Iglesia. Es fundamental, observa el Papa, no interrumpir el diálogo con Dios, aunque sea agotador. Y también es importante que los cristianos dejemos de vivir en conflicto (entregados a la murmuración, al chismorreo y a los esquemas ideológicos) para volver a sentirnos como una Iglesia que camina con paz y serenidad, dispuesta a siempre a dar espacio a la novedad que el Espíritu Santo suscita constantemente en su seno.