A estas alturas no extraña que Pedro Sánchez quiera convertir la Conferencia de Presidentes de las Comunidades Autónomas, reunida en Salamanca, en un acto más de su política basada en la propaganda. Una foto para el final de un curso político con demasiadas incógnitas abiertas. El problema, en esta ocasión, radica en el coste para los españoles de la presencia de algunos mandatarios autónómicos, que en el mercado del reparto de fondos europeros están sacando una buena tajada. Que Pedro Sánchez dependa del PNV y de ERC para seguir en la Moncloa implica, de hecho, alimentar económica y políticamente la deslealtad institucional de unos partidos que tienen una agenda al margen de los intereses del Estado y del resto de las Comunidades Autónomas.

En este sentido, resulta patético el último término acuñado por la factoría de La Moncloa: “la cogobernanza multinivel de España”, para justificar la arbitrariedad con la que está destinando los fondos europeos dedicados a paliar la crisis de la pandemia. La Constitución reconoce la diversidad de las nacionalidades y regiones que integran España desde un criterio de solidaridad común, pero ahora Sánchez se saca de la manga este nuevo concepto para justificar sus erráticas decisiones en materia política y económica. Así está permitiendo que cada Comunidad Autónoma entienda lo que quiera y haga lo que le plazca. Quizá algún día se dé cuenta de lo peligroso que es en política jugar con las palabras