Más de un 40% de los catalanes que podían votar en las elecciones de ayer optaron por no hacerlo. La democracia no es solo votar, pero durante mucho tiempo en Cataluña se identificó una cosa con la otra. Por eso los datos de abstención son especialmente significativos. Desde que volvió la democracia a España la media de la participación en las elecciones autonómicas catalanas ha sido del 63 por ciento. Este domingo se ha quedado en el 58 por ciento.

Son cifras que reflejan un cansancio y un desapego respecto al entusiasmo y al rechazo que provocó el Procés. En 2017 se llegó al 82 por ciento. Estamos 24 puntos por debajo. Todavía es pronto para saber cuáles son las razones de esta baja participación. pero hay algunos indicios. El retroceso de los partidos independentistas y la abstención en Girona, la provincia más identificada con el separatismo, apuntan a que una parte del electorado que fue secesionista está desencantada. Pero probablemente hay algo más.

Hasta este domingo todos los sondeos apuntaban a una gran bolsa de indecisos, muchos de ellos no parecen haber encontrado motivos suficientes para participar. Cataluña es la Comunidad en la que menos se confía en las instituciones autonómicas. Los políticos son la institución que menos confianza genera en Cataluña. Están por detrás de los jueces. Y muy por detrás de la policía, que es la mejor valorada. Si los políticos se alejan de la vida, la vida de aleja de los políticos.