A la espera de conocer los designios de Trump y Putin para Europa
La seguridad de Europa y el futuro de Ucrania son igualmente para Trump un simple objeto de transacción

Escucha la Línea Editorial del viernes 15 de agosto
Madrid - Publicado el - Actualizado
1 min lectura1:33 min escucha
Ucrania y Europa contienen la respiración ante la reunión que en unas horas celebrarán en Alaska Donald Trump y Vladímir Putin. Con los habituales desmarques, los líderes europeos han tratado de convencer al presidente norteamericano de que Putin no es de fiar. Es probable que el propio Trump haya llegado por sí solo a esta conclusión, harto de buenas palabras vacías de su amigo ruso. Pese a todo, no ha tenido reparo en conceder a Putin la victoria simbólica de un encuentro bilateral entre superpotencias, humillando una vez más a sus aliados. Al dar por hecho que Ucrania deberá hacer cesiones territoriales, lo quiera o no, ha roto además un principio básico del derecho internacional y de la política exterior norteamericana, al admitir la legitimidad de la alteración de fronteras por la fuerza.
Trump no es un ingenuo; frente a quienes le han subestimado, ha demostrado notables dotes negociadoras y capacidad para imponer su agenda. El problema es que esa agenda se ciñe a sus intereses particulares a corto plazo, como acaba de demostrar con China y el levantamiento del veto a la exportación de microprocesadores, liquidando uno de los pocos consensos que quedaban en pie con los demócratas a cambio de una simple comisión en el negocio de la compañía Nvidia para el Gobierno norteamericano. La seguridad de Europa y el futuro de Ucrania son igualmente para Trump un simple objeto de transacción. Poco, sin embargo, pueden hacer los europeos, más que aplicarse a fondo para corregir cuanto antes sus vulnerabilidades, y confiar en que esa reacción no llegue ya demasiado tarde.