El dogma del aborto

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Pronunciamento "favorable" de la Junta al registro de objetores de conciencia por el aborto
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Redacción digital

Madrid - Publicado el

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La Constitución Española, como ninguna otra constitución en el mundo libre, no es un programa electoral. No puede ser usada como si de una propuesta política de partido fuera ni instrumentalizada para fines particulares. Esto es lo que el presidente del Gobierno quiere hacer con la cuestión del aborto.

Sánchez es un ilusionista que pretende deslumbrar a su público con trucos de magia. Atender a la política real, a la gestión de las cosas, a la discusión de las ideas le resulta aburrido, además de contraproducente para sus intereses particulares. Él prefiere jugar a la fascinación, contentar a los grupos de interés con quienes ha negociado su investidura y, de paso, esconder sus vergüenzas familiares y de partido, detrás de lo que llama causas progresistas. El aborto y su inclusión en la Constitución es el regalo que se ha sacado de su sombrero de copa. Y qué mejor manera de presentarlo que convirtiéndose en el adalid de una causa que hay que defender frente a la amenaza que suponen el PP y Vox. De nuevo, el presidente airea el fantasma de la regresión y de una derecha enemiga de los ciudadanos. El aborto, se ponga como se ponga el presidente del Gobierno, no es un derecho. Lo que sí debiera serlo es que cada mujer que piense en abortar reciba información veraz y con evidencia científica. El aborto, por el contrario, se ha convertido en una cuestión ideológica con pretensión de dogma, cuyos más fieles defensores se niegan a someter a discusión. Y del aborto, como de cualquier asunto, se debe poder hablar. Lo contrario solo es un síntoma de mala salud democrática.

Visto en ABC

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