Situado en pleno corazón de la capital alemana, en el barrio multicultural de Kreuzberg, el Görlitzer Park es un parque muy concurrido por jóvenes y familias que pasan el día al aire libre apenas aparece un rayo de sol. El parque es también muy conocido por los numerosos traficantes que, sin apenas esconderse, venden marihuana y no dudan en abordar a los transeúntes ofreciéndola. Varios reportajes periodísticos han demostrado que algunos de los vendedores de “hierba” tienen hasta 14 años de edad y solo este dato ha levantado la polémica en un barrio muy permisivo con el consumo de marihuana. 

Las escasas intervenciones de la policía no disuaden a los vendedores, algunos de los cuales son inmigrantes ilegales, originarios de los países de África negra, y el parque se ha convertido en un trasiego de chavales de instituto que trapichean y consumen impunemente, lo que ha despertado finalmente las protestas de los vecinos y familias. El director del parque, Cengiz Demirci, ha sorprendido con una decisión  que pretende ser salomónica, facilitando que la policía controle el paso de menores pero sin romper con la permisividad propia de este barrio. Su propuesta consiste en hacer marcar en el suelo con pintura roja, en una de las entradas del reciento, pequeños rectángulos en los que la venta estaría tolerada, para evitar así que el tráfico se extienda por todo el espacio del parque.

“No les tienes que decir nada, solo te acercas a ellos y les enseñas un billete de diez euros. Así ya saben lo que quieres. Te dan una bolsa y te vas”, describe Luzius, un chico de 15 años que reconoce haber acudido varias veces al parque con compañeros del instituto para comprar marihuana y que prevé seguir comprando y consumiendo en las anunciadas zonas rojas. La comisaria federal responsable de drogas, Marlene Mortler ha reaccionado airada ante el anuncio de la medida. "Desgraciadamente, tenemos que aceptar el hecho de que la gente consuma drogas, en una cierta medida, pero no estamos autorizados a acordar una licencia para el comercio", ha dicho. El sindicato de policía de Berlín (GdP) también ha criticado la iniciativa. "Para que el parque se limpie de droga y por lo tanto de criminalidad, se necesita la presión permanente de parte de la policía, una determinación jurídica y un apoyo político", dice su portavoz, Benjamin Jendro, que calcula que en el parque se mueven habitualmente unos 250 traficantes.