Alicia López

Ciudadanos tiene claro que su marca se ha devaluado con las últimas derrotas electorales en Cataluña y Madrid, aunque el declive viene del 10N, con Albert Rivera, y por eso quiere dar la vuelta a su estrategia reivindicándose más como un partido liberal europeo que de centro.

Es una idea que tienen algunos dirigentes naranjas, que reconocen que las siglas han quedado bastante tocadas y que hay que hacer algo para reflotarlar, no cambiando el logo ni los colores porque aseguran que no tendría ningún sentido y además, entre otras cosas, darían munición a sus rivales para que sigan tildándoles de "veletas".

Por eso, el planteamiento que tienen y que llevarán a la convención de julio es ahora poner más el foco en el liberalismo y no tanto en el centro, que es lo que han estado haciendo durante todo este año, desde que Inés Arrimadas asumió el liderazgo de la formación.

Una idea que no ha funcionado en las últimas citas electorales, sobre todo en las catalanas y madrileñas, donde el desastre ha sido mayúsculo, un desastre que desde Cs atribuyen, aparte de a errores propios en el mensaje, a un escenario muy polarizado, en el que ellos se niegan a pelear.

Lo que sí tienen que hacer, explican, es trasladar a sus electores un decálogo de propuestas con sus banderas y que la gente no tenga dudas de lo que es Ciudadanos, como hicieron cuando irrumpieron en el tablero nacional, al reivindicarse como el partido que defendía a los autónomos, los emprendedores o la lucha contra la corrupción.

Banderas que se fueron perdiendo en los egos y en una carrera para intentar superar al PP, que culminó con el desastre de las elecciones de noviembre de 2019. Y de ahí en picado.

Otros dirigentes también apuntan la necesidad de "dejar de ser muleta" de un determinado partido y tejer posibles acuerdos de gobierno o investidura tanto a derecha como a izquierda y en función de esos principios que se acuerden en la convención.

Para otros miembros de la formación, lo más importante es redefinir el proyecto en torno a esas propuestas ideológicas en las que el electorado se vea identificado, aunque tampoco verían mal un cambio de nombre del partido si la militancia lo plantea en la convención y cuenta con el apoyo suficiente.

Ahora bien, cambiar la marca sin reelaborar el contenido sería como "seguir con el mismo perro con distinto collar", apuntan.

"Hay que trabajar en propuestas claras para que nadie nos defina el perfil", señala otro cargo de Ciudadanos, que piensa que es positiva la idea que se trasladó en la campaña madrileña para que Ciudadanos se visualizara "como un puente" entre los dos bloques, pero lo que sucedió -señala- es que en quince días no dio tiempo a que calara.

Para este dirigente, el logo naranja no es la cuestión ni va a arreglar nada cambiarlo y lo que hay que hacer es centrarse en propuestas que hagan reconocible el proyecto.

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Consiguieron salir de la polémica foto de Colón para resituarse en el centro, afirma otro responsable naranja, pero es evidente que no les ha funcionado, admitiendo, además, que la moción fallida de Murcia ha sido "demoledora" para sus expectativas electorales.

Queda mucho trabajo por delante y hay que hacer "una terapia de choque", pero se muestra optimista sobre el futuro porque el espacio liberal de centro existe: "si no existiera o hubiera otra fuerza en ese mismo espacio, sí que sería un problema".