José Ignacio recibía sobre las tres de la tarde un fuerte abrazo del comisario jefe de la Comisaría de la Policía Nacional de Guadalajara, y probablemente ése fue el momento en el que sintió que la mañana más frenética de su vida por fin había terminado. Y es que apenas cinco horas antes, alrededor de las diez y cuarto de la mañana, una mujer ataviada como si fuese pediatra entraba en la habitación del Hospital Universitario de Guadalajara donde acompañaba a su mujer y su hijo recién nacido y salía de la misma con el bebé en brazos, dando así comienzo a un secuestro que solo tres horas después terminaba felizmente en la cercana localidad de Cabanillas del Campo gracias a la rápida intervención policial, a las redes sociales, especialmente las usadas por farmacéuticos, y a la colaboración ciudadana.

Desde el momento en que el padre dio la voz de alarma, todo el personal del hospital se puso a buscar al bebé que aún podía estar en sus dependencias. A la vez un dispositivo policial con más de 40 personas y la intervención de Policía Nacional, Guardia Civil, y las policías locales de Guadalajara, Marchamalo y Cabanillas del Campo colaboraban estrechamente el rastreo y localización de la sospechosa contando para ello con imágenes tanto de su salida del centro hospitalario como del vehículo que empleó en su huida. Pero fue la intervención de la policía con su idea de dar una alerta a través de las redes sociales frecuentadas por los farmacéuticos lo que pudo poner un rápido final feliz a esta historia.

En la farmacia regentada por Marta Guerra en Cabanillas del Campo, un mujer con mucho nerviosismo e inseguridad entró pidiendo comida para bebés recién nacidos. Alertada previamente por las alertas policiales avisó a las autoridades que cotejaron las imágenes de la farmacia con las que disponían del hospital llegando a la conclusión de que se trataba de la misma persona. Una mujer de 47 años que recientemente había perdido un hijo y que podría, en palabras del comisario de la Policía Nacional de Guadalajara José Arroyo, podría estar sufriendo un “trastorno temporal”. Localizado su domicilio, fue detenida poco después, y aunque en un principio negó los hechos, la presencia del bebé en su domicilio y la coincidencia entre el número de la pulsera del bebé y el de la pulsera de su madre en el hospital, hicieron que no tardase mucho en reconocerse como la autora del secuestro.

Tres horas de angustia felizmente resueltas gracias a la colaboración de todos.