Desde su irrupción en el Parlamento de Andalucía, Vox se ha convertido en un actor más de la política española. Y como es el chico nuevo en la oficina, todas las miradas se centran en él. También las de sus posibles socios -en algunos casos-, aunque no siempre los miran con buenos ojos.

Y es que el partido de Santiago Abascal no deja de copar titulares: consiguen representación parlamentaria, suben en las encuestas... y ahora llega el procés. En el juicio más importante y mediático de la democracia española (junto al del golpe de Estado del 23-F), Vox tendrá un papel estelar, ya que está personado como acusación particular. O sea, que su actual número dos, Javier Ortega Smith será quien, vista tras vista, aglutine focos y micrófonos en un evento con más de 500 periodistas acreditados. Una oportunidad estupenda para que su mensaje cale en los meses inmediatamente anteriores a las elecciones europeas, autonómicas y locales.

Ante ello, la formación más preocupada es el PP. Porque Partido Socialista y Podemos son ideológicamente contrarios y no luchan por los mismos votantes, pero hay parte del electorado de derechas que se debate entre populares y Vox. Aunque el Centro de Investigaciones Sociológicas aún da un porcentaje residual a la ultraderecha (6,5%), otros sondeos, como los de Gad3 para el diario ABC les da mayor presencia en el Congreso de los Diputados (9,8% y 23 diputados). 

Pero es a nivel autonómico y sobre todo local donde Vox asusta al PP: un sondeo de Invymark daba a los de Abascal 17 escaños en la Asamblea de Madrid, por los 30 de los populares; mientras que la página web Electomanía le da 26 concejales en el Ayuntamiento de la capital de España, situando a esta fuerza política como segundo partido más votado.