Su imagen poco tiene que ver ya con la que conocimos hace un par de años cuando saltaba a la luz como presunto responsable del asesinato por odio de Víctor Laínez, un hombre de 54 años que llegó al bar en el que se encontraba con unos tirantes con la bandera española. Entonces, Rodrigo Lanza  presumía de rastas, pelo rapado en los laterales, una buena colección de piercing en labios y orejas y una estudiada perilla.  Completaba  su atuendo con un pañuelo palestino y camisetas oscuras de  grupos death metal que en muchas ocasiones evidenciaban  algún tatuaje. 

Como si de un espejismo se tratara, la imagen con la que se ha presentado al jucio que comienza este lunes, es bien distinta; camisa azul claro perfectamente planchada y abotonada, pelo peinado con raya a un lado y ni rastro de tatuajes ni piercing. Sin estridencias ni complementos que llamen la atención.

Esta puesta en escena es habitual en los juicios. Recientemente veíamos a  Ana Julia Quezada, culpable del asesinato del pequeño Gabriel Cruz, sentarse en el banquillo con un cambio físico notable; pelo liso, camiseta y pantalón  blancos y una chaqueta azul.

Según los expertos los tonos blancos transmiten pureza, con lo que son perfectos para dar una imagen de inocencia. Los azules además, inspiran confianza.

EL JUCIO

Víctor Laínez estaba a las 3 de la madrugada del 8 de diciembre de 2017 en el bar "Tocadiscos" de Zaragoza en actitud tranquila, cuando Lanza, acompañado por otras tres personas, entró en el local y empezó a hablar con la víctima a causa de los tirantes que llevaba.

Según relata el fiscal en su escrito provisional de acusación, unos veinte minutos después, Lanza y sus amigos salieron del establecimiento justo antes de que lo hiciera Laínez.

Ambos volvieron a enfrentarse verbalmente, aunque el fiscal, a tenor del sumario, advierte de la inexistencia de pruebas que acrediten que Laínez llevara algún tipo de navaja para amenazar a su oponente, como relató ante la instructora Lanza para defenderse de la imputación.

El fiscal destaca en su relato que Laínez volvió a entrar al bar y el acusado, repentinamente, lo siguió "para atacar por detrás" y le propinó un primer golpe en la cabeza que le hizo caer al suelo, donde Lanza le siguió dando "puñetazos en la cabeza y una patada muy fuerte en la cara".

Laínez falleció el 12 de diciembre en el Hospital Clínico de Zaragoza debido a un severo traumatismo craneoencefálico con parada cardiorrespiratoria.

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