El interés de los jóvenes por la política ha aumentado en los últimos años pero también su desconfianza en los partidos y en los políticos. También la polarización ha ido a más en la última década según el último informe de la FAD y de la Fundación SM titulado “Protagonistas y Espectadores. Una mirada longitudinal sobre la juventud española”.

Quienes tienen entre 18 y 29 años votan menos que la media de los españoles y se sitúan ideológicamente más a la izquierda que la población general. En los últimos años se ha duplicado el porcentaje de quienes se posicionan más a la izquierda hasta alcanzar el 13 por ciento. También al alza quienes se ubican en el extremo de la derecha que no llegan al 2 por ciento según este estudio.

Su coordinador y director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) Eusebio Megías sostiene que “lo que ha habido es una polarización. Ha bajado el porcentaje de jóvenes que se posicionan en los valores centrales y ha aumentado los que lo hacen en los extremos, tanto en la izquierda como en la derecha”.

A pesar de la desafección hacia los políticos y las instituciones, el estudio recoge un ligero aumento de la afiliación de jóvenes a los partidos políticos. No es el caso de la mayoría y las formaciones políticas son de hecho la institución peor valorada por los jóvenes pero las nuevas tecnologías permiten canalizar también las protestas y ejercer lo que podemos llamar un “ciberactivismo”.

Según el último CIS solo el 52 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 24 años está convencido de que irá a votar el próximo 10N. Y es que según subraya Megías aunque en anteriores comicios el sufragio joven alcanzó el 70 por ciento “el voto joven está en el límite, es frágil y puede no materializarse”.

Todo aunque el voto es considerado como el instrumento de participación social más útil por delante de firmar una petición, participar una huelga o asistir una manifestación.

Al margen de la política, el informe “Protagonistas y Espectadores. Una mirada longitudinal sobre la juventud” aborda la evolución de la juventud española en los últimos 40 años. Y concluyen que el elemento que más ha influido es el desempleo y la precariedad laboral porque ensombrece las perspectivas existenciales y genera incertidumbre e inseguridad en el futuro.

Otras características de los jóvenes son el hiperconsumismo y la hiperconexión y la limitación de aspiraciones.

Unos jóvenes que frente a etapas más hedonistas, reivindican ahora valores más tradicionales y que tienen como ideales avanzar en el feminismo, el ecologismo y la diversidad. Chavales en plena era digital que usan y se benefician de la tecnología y a veces algo se sienten algo abducidos por ella y más proclives a aparentar en las redes que a mostrar su autenticidad.