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Palacio Testamentario, un palacio escondido y la declaración de amor de Isabel la Católica

Allí autorizó el tercer viaje de Colón al Nuevo Mundo, donde decidió pasar el último año de su vida y el lugar en el que falleció el 26 de noviembre de 1504

Palacio Testamentario, un palacio escondido y la declaración de amor de Isabel la Católica

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Ensombrecido por la bellísima e imponente figura del Castillo de la Mota y escondido en un extremo de la gran Plaza Mayor de Medina del Campo, se encuentra el Palacio Real Testamentario, el palacio en el que Isabel la Católica vivió largas temporadas, desde el que autorizó el tercer viaje de Colón al Nuevo Mundo, donde decidió pasar el último año de su vida y el lugar en el que falleció el 26 de noviembre de 1504.

Dolorido su espíritu por la muerte de dos de sus hijos y la evidencia inequívoca de la confusión mental de su hija la princesa Juana y agotado su cuerpo por las largas y agotadoras campañas para expulsar a los invasores musulmanes, llegó a este palacio enferma, con un cáncer que le impedía moverse y, finalmente, la mantuvo postrada en la cama, una cama desde la que dictó sus últimas voluntades, tan solo unos días antes de morir.

“Ordeno y establezco e instituyo por universal heredera de todos mis Reynos e Tierras, e Señoríos, e de todos mis bienes rayces, después de mis días, a la Ilustrísima Princesa Doña Juana, Archiduquesa de Austria, duquesa de Borgoña, mi muy cara, e muy amada hija, primogénita, heredera e sucesora legítima de los dichos mis Reynos e Tierras e Señoríos; la cual luego que Dios me llevare, se intitule Reyna”.

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A pesar de nombrar heredera universal a Juana, dejó escrita su voluntad de que, hasta la mayoría de edad de su nieto Carlos, fuera el rey Fernando el regente de Castilla porque Isabel conocía los problemas de su hija a causa del amor enfermizo que sentía por Felipe el Hermoso, aunque seguramente no llegó a imaginar que sería llamada “la Loca” por el pueblo y que, con el corazón roto de amor, terminaría siendo enterrada en vida en un palacio de Tordesillas víctima del ansia de poder de su propio hijo el futuro emperador Carlos I y del rey regente.

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Ayuntamiento de Medina del Campo


En ese testamento, cuyas páginas podemos ver en este Palacio Testamentario, la Reina Católica además de expresar su deseo de ser enterrada en Granada, dejó plasmada una declaración de amor, su última declaración de amor hacia su marido, hasta más allá de la muerte: “quiero y ordeno que mi cuerpo sea sepultado en el Monasterio de San Francisco, que está en la Alhambra de la ciudad de Granada, pero quiero y ordeno que si el rey, mi señor, eligiera sepultura en cualquier otra iglesia o monasterio de cualquier otro lugar de mis reinos que mi cuerpo sea allí trasladado y sepultado junto al cuerpo de Su Señoría porque la pareja que formamos en vida, la formen nuestras almas en el cielo, como nuestros cuerpos la forman bajo tierra”.

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Hoy, una reproducción fidedigna de su alcoba, nos permite imaginar cómo fueron los últimos momentos de Isabel; casi podemos sentir en la piel el frío seco del invierno en Medina del Campo entrando por las ventanas que el rey Fernando, por indicación de los médicos, ordenaba abrir con frecuencia para que la reina respirase aire limpio, un frío que tratarían de paliar con grandes braseros como el que también podemos ver en la actualidad en este palacio convertido en Centro de Interpretación de la vida de Isabel la Católica, la reina que firmó los momentos históricos más decisivos de España, la reina de reinas.

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