Fernando Aroca

Casi tres años después, el Circo del Sol ha regresado este viernes a Sevilla con 'Luzia', su último espectáculo con el que se puede soñar despierto en una actuación que sumerge al público en la riqueza paisajística y cultural de un México mágico.

El 8 de marzo de 2020, ya cada vez más lejano, el Circo del Sol actuó por última vez en la capital andaluza. Era el último destino de la compañía canadiense en su gira europea, apenas unos días antes de que se declarase una pandemia, la covid-19, que llevó a la empresa a declararse en quiebra en junio de ese mismo año.

El circo más popular del planeta ha vuelto con ilusiones renovadas a Sevilla, donde cierra el 26 de marzo la gira española de 'Luzia', un acrónimo de las palabras luz y lluvia que cuenta con un gran número de efectos de iluminación y agua.

Bajo la tradicional Gran Carpa, que se levanta veloz en el Charco de la Pava cada vez que el grupo circense acude a la ciudad, más de 2.000 personas han disfrutado de una auténtica fiesta para los sentidos en una primera representación que colgó hace meses el cartel de 'no hay billetes'.

Entre extraordinarias y arriesgadas acrobacias, malabarismos y danzas, 'Luzia' narra los encuentros de un paracaidista viajero y soñador con la cultura, la naturaleza y la mitología mexicana, que se encuentran presentes en diversas coreografías, decorados y vestuario.

Una historia en la que los casi 50 artistas de 26 nacionalidades -entre las que destaca la mexicana- participan en un show brillante y surrealista en el que dan vida a un singular conjunto de personajes, que cuentan con el acompañamiento musical en vivo de una banda que no cesa su actividad durante todo el espectáculo.

A lo largo de más de dos horas de duración, el país azteca es escenificado a través de un antiguo plató de cine, el extenso océano, un humoso salón de baile y un desierto árido en los que tradición y modernidad se mezclan y que sumergen al público en un onírico viaje donde los difusos límites entre lo real y lo irreal acaban por difuminarse.

El agua hace acto de presencia como nunca antes, ya que es la primera vez que este elemento se incorpora a un espectáculo en gira debido a las dificultades técnicas que entrañaba y que se han logrado solucionar creando una lluviosa atmósfera que se integra en el relato y da lugar a un ambiente más fresco y realista.

Tal es su importancia que se requieren 10.000 litros de agua que siempre es reciclada. Para ello, junto a la carpa, se ha instalado un enorme depósito del que, a través de unas conducciones, el agua llega a lo más alto para caer antes de volver a ser absorbida por unos miniagujeros que se encuentran en el centro del escenario.

El agua, que está a 30 grados para evitar que el frío pueda contraer los músculos de los artistas, también se reserva en la piscina, donde transcurre una de las escenas, y ha condicionado los accesorios y materiales del vestuario de los protagonistas, como los 150 pares de zapatos con suela antirresbalante que se han hecho para la ocasión.

La obra, ideada por Daniele Finzi Pasca, uno de los más destacados artistas del mundo del circo internacional, se estrenó en 2016 y ya ha sido vista por más de cuatro millones de espectadores. En Sevilla permanecerá hasta el próximo 26 de marzo, cuando dejará atrás la capital andaluza pero no los sueños, con sabor mexicano, que habrá evocado sobre el escenario hispalense. EFE

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