Es una opinión muy extendida la de que Fernando VII fue el peor rey de la historia de España. Paradójicamente, cuando llegó al trono se le conocía como ‘el Deseado’ por la lucha que habían protagonizado los españoles para expulsar del país al ejército napoleónico.

No obstante, ‘el Deseado’ no tardó en convertirse en ‘el Rey Felón’. Cuando en mayo de 1814, con el invasor rechazado, Fernando VII volvió a España para ser proclamado rey, se negó a acatar la Constitución liberal de La Pepa y llevó al país de vuelta al absolutismo.

A partir de entonces, el monarca gobernó España sin tener en cuenta ninguna división o cesión del poder. Tan solo durante el Trienio Liberal (1820-1823), al que se llegó por el pronunciamiento de Cabezas de San Juan del general Riego, tuvo que tragar con la Constitución de 1812. Tras ese breve interludio, el poder absoluto volvió a Fernando VII por la intervención de los Cien Mil HIjos de San Luis.

Durante el periodo posterior a la época liberal, llamado Década Ominosa, el Rey Felón organizó una dura represión contra las élites liberales que deseaban reformas y un aperturismo del régimen.

Fernando VII y el billar

Precisamente de este implacable trato contra sus enemigos viene una conocida anécdota de la vida de Fernando VII. Se cuenta que el monarca era un gran aficionado al billar, pero que al mismo tiempo tenía poca o ninguna habilidad para jugarlo.

Sin embargo, aquellos que compartían mesa con él no osaban disputarle las partidas al rey, por lo que sencillamente le dejaban ganar. La situación llegó a la sabiduría popular con la expresión ‘así se las ponían a Fernando VII’, en referencia a que los compañeros de billar del monarca le colocaban las bolas en las posiciones más ventajosas. El dicho se aplica hoy en día para hablar de las facilidades que se le dan a una persona ante cualquier situación por la que deba pasar.

Confusión con Felipe II

No obstante, esta expresión se ha relacionado también, aunque erróneamente, con Felipe II. No está claro en qué momento empezó a aplicarse el dicho al monarca Habsburgo, pero el dicho apareció por primera vez en referencia a Fernando VII y sus partidas de billar.

En el caso del rey Austria, lo que supuestamente le ponían a punta de caramelo era a las damiselas en su alcoba. Sin embargo, los historiadores coinciden en apuntar a que Felipe II no tuvo más que una sola amante, la dama de compañía de su hermana Juana de Austria, Isabel de Osorio.