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MÚSICA CLÁSICA (Crónica)

La Escuela Reina Sofía, un "ecosistema" único en el mundo para los músicos

Sofía, Izem y Alejandro son tres de los 121 "privilegiados" de 35 países que estudian en un "ecosistema" único en el mundo en la enseñanza de la música clásica: la Escuela Superior de Música Reina Sofía, en pleno centro de Madrid, a la que solo acceden los "más talentosos" para estudiar con "los mejores".,El próximo 10 de diciembre se abrirá el plazo de inscripción a las audiciones para el curso 2020/2021 de todas las cátedras de instrumentos (violín, viola

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 17:44

Concha Barrigós

Sofía, Izem y Alejandro son tres de los 121 "privilegiados" de 35 países que estudian en un "ecosistema" único en el mundo en la enseñanza de la música clásica: la Escuela Superior de Música Reina Sofía, en pleno centro de Madrid, a la que solo acceden los "más talentosos" para estudiar con "los mejores".

El próximo 10 de diciembre se abrirá el plazo de inscripción a las audiciones para el curso 2020/2021 de todas las cátedras de instrumentos (violín, viola, violonchelo, contrabajo, flauta, oboe, clarinete, fagot, trompa, trompeta, piano y canto) y, por primera vez en su historia, de composición.

Cada curso entran a la Escuela 35 nuevos alumnos, elegidos por su "incuestionable talento" de entre más de 500 candidatos, y del total de matriculados -121 más los que forman los cuartetos, otros 41- el 45% procede de España.

Cuando Paloma O'Shea, su fundadora y presidenta, quiso crearla visitó los principales centros de enseñanza de música del mundo para saber que tendría que tener una escuela para ser "la ideal", ha recordado ese jueves en una entrevista con Efe su director artístico, Juan Mendoza.

Y en los 27 años que lleva funcionando "ha logrado ser la única del mundo que reúne grandes maestros y grandes alumnos; incluye práctica en conciertos frente al público -380 al año-; tiene libertad de cátedra y es un centro pionero en su modelo de mecenazgo privado", que supone el 85% de su financiación.

El reto es mantener la excelencia e ir creando las cátedras que aún les falta: trombón, tuba, percusión y dirección de orquesta, explica Mendoza, que subraya que "más que una burbuja", como dicen algunos de sus alumnos, la Escuela es "un ecosistema" que beneficia a quienes están en el pero también a la sociedad.

La matrícula cuesta 19.800 euros pero todos los alumnos -el menor de 14 años y la mayor de 33- reciben beca en función de sus necesidades y pueden llegar a tener una ayuda de manutención de 425 euros al mes, explican a Efe los alumnos Sofía Salazar, Alejandro Viana e Izem Gurer.

"Algo que la hace única es que da una atención cien por cien personalizada, que todos los profesores son muy buenos y que te dan visiones muy distintas de la música. Sabemos que somos unos privilegiados", subraya la flautista venezolana Sofía Salazar (Apure, 1999).

Salazar procede del Sistema de Orquestas y aprendió a tocar la flauta siendo niña dentro de la orquesta, así que tuvo que emplearse "duro" para "ponerse al día" en teoría.

Su ilusión dentro de diez años sería tocar en la Simón Bolívar y poder vivir o pasar más tiempo con su familia, a la que, "por las circunstancias", no ve desde hace tres años.

El chelista Alejandro Viana (Madrid, 1996) dedica cerca de 16 horas diarias a prepararse porque quiere ser solista y si tuviera que tocar en una orquesta, algo que "no le apasiona", su ideal sería la Filarmónica de Berlín o la Concertgebouw.

Para él, el centro es distinto de todos porque siendo grande "solo" hay 160 alumnos, "una pequeña familia" de "muchas nacionalidades".

La turca Izem Gurer (Estambul, 1999) agradece especialmente la oportunidad de dar conciertos -forma un trío con un violinista de Azerbaiyán y un chelista de Armenia- y el ambiente en el que pueden trabajar: "es como una burbuja de talento, donde se respira música", dice.

Ella también quiere hacer carrera como solista y "llegar al máximo número de gente" con su música para "trascender fronteras".

La pianista y maestra húngara Marta Gulyas, vinculada a la Escuela desde sus inicios, asegura a Efe que el centro es "un sueño" para los músicos, un modelo "que sin la red de personas a las que Paloma O'Shea ha implicado no sería posible".

Cuando se creó, ha indicado la profesora, España "tenía mucho retraso" en música clásica -"en los conciertos de cámara había gente en el escenario que entre el público"- y la Escuela ha sido "un catalizador" a la vez que se ha constituido en una "referencia única internacionalmente".

Destaca que los estudiantes tienen una "atención personalizada" constante, incluso O'Shea "veía personalmente" a cada nuevo alumno aunque en los últimos tiempos se centra en "los 20 mejores y los 10 peores", añade entre risas la profesora.

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