"Arabella", la última ópera de Richard Strauss, fruto de su colaboración con el dramaturgo y poeta Hugo von Hofmannsthal, se presenta por primera vez en Madrid, 90 años después de su estreno en Dresde.

Para el director artístico del Real, Joan Matabosch, acoger una de las mejores operas de Strauss es un "enorme acontecimiento" y una "laguna en el Teatro Real que subsanamos", al no haberse representado hasta ahora, ha explicado este miércoles durante la presentación.

Del 24 de enero al 12 de febrero, el coliseo madrileño ofrecerá siete funciones de "Arabella", una producción del director de escena Christof Loy, creada originalmente para la Ópera de Gotemburgo.

Loy lleva 16 años realizando la puesta en escena de este drama familiar y asegura en cada vez encuentra algo nuevo.

"'Arabella' -dice- nos acerca a la vida real de una sociedad en crisis, con una familia disfuncional que muestra una sociedad en declive", tal y como les gustaba retratar a Strauss y Hofmannsthal, que colaboraron en seis óperas.

El músico alemán pretendía construir una segunda parte de "El caballero de la rosa", con la que habían triunfado, pero el resultado es bien distinto: el reflejo de una sociedad que quiere preservar la "fachada de su estatus en medio de una gran crisis, un declive que nada tiene de romántico o nostálgico".

La ópera cuenta la historia de Arabella, una joven a la que su padre ofrece en matrimonio al mejor postor, rico por supuesto, para así liquidar sus deudas de juego, y al mismo tiempo finge tener un hijo menor, que en realidad es una hija, a la que no puede educar, según las normas de la época, para presentar en sociedad, y que despechada es la que provoca el drama entre Arabella y su prometido.

En la ópera, que se lleva ensayando desde el mes de diciembre -como si se tratara de una nueva producción-, Loy ha querido trabajar en dos niveles: por un lado, mostrando una parte más realista sobre la procedencia de los personajes y cómo condiciona su comportamiento; y, por otro, su psicología, "como si estuviéramos en una película".

David Afkham dirigirá su segunda ópera en el Teatro Real y advierte que para entender la obra hay que analizar el texto. "Es una obra de conversación, la música es como un puzle", con un lenguaje musical muy diferente a otras obras de Strauss como 'Electra' o 'Salomé'".

"La llave para entenderla es el texto, lo que hay detrás de las palabras", donde hay -explica Afkham- pasajes grotescos y con mucha ironía, elementos que en la partitura se describen de manera "sutil y refinada", con elementos de música de cámara.

"Hay musicólogos alemanes que consideran que el lenguaje musical de Strauss en 'Arabella' es un paso atrás; sin embargo, para mí es lo contrario, un paso adelante".

La soprano Sara Jakubiak es Arabella, a la que describe como una joven muy bien educada, a la que su familia pone en una situación difícil por sus problemas económicos. Una mujer que va evolucionando a lo largo de la ópera, y demostrando que lo que parece un cuento por mantener las apariencias, no lo es.

"Al final, madura y se muestra tal y como es ante su prometido". Deja a un lado sus vestidos más suntuosos para presentarse sin artificios.

El barítono Josef Wagner (Mandryka), el rico enamorado que muestra su lado más hosco al enterarse de la supuesta traición de Arabella, hasta que se da cuenta de su error. "Un personaje muy exigente y de una gran profundidad psicológica".

Junto a ellos conforman el elenco Sarah Defrise (Zdenka), Martin Winkler (Conde Waldner), Matthew Newlin (Matteo) y Anne sofie von Otter (Adeaide).

Una ópera donde hay espacio para la danza, donde se escuchas muchos valses, "el adiós a una época romántica", incide el director musical, en la que tampoco faltan polonesas.