La dietista Magda Nezda señala el producto que puede estar causándote inflamación y no te das cuenta: "Tiene un impacto acumulativo"
Factores como el estrés, el sedentarismo, la obesidad e incluso los tóxicos que nos rodean pueden jugar un papel clave en los procesos inflamatorios del cuerpo

Magda Nezda, dietista integrativa especializada en inflamación, salud digestiva, y alimentación antiinflamatoriaSALUD MAGDA NEZDA
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Muchas personas padecen, a día de hoy, inflamación crónica, pero no lo saben. En primera instancia puedes pensar que estamos ante una barriga hinchada o gases ocasionales. Sin embargo, la sintomatología va algo más allá y esto puede derivar en un problema silencioso que afecte a tu salud a largo plazo. La inflamación puede pasar desapercibida durante años.
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Magda Nezda es dietista integrativa especializada en inflamación, salud digestiva y alimentación antiinflamatoria, recientemente ha publicado 'La inflamación bajo control' y en una reciente entrevista apunta que "la inflamación es un proceso natural y necesario, ya que constituye un mecanismo de defensa". En otras palabras, de una reacción de nuestro propio cuerpo para defenderse de agentes que puede considerar una amenaza. Y, en este caso, lo puede hacer frente a ciertos alimentos.
Estamos, por lo tanto, ante una respuesta fisiológica normal y necesaria "para poder sanar y reparar heridas, o algún tejido dañado". No obstante, esta inflamación deja de ser algo normal cuando nuestro cuerpo "no sabe volver a la normalidad o controlar esta inflamación". En ese momento, por lo tanto, nos encontramos ante una inflamación crónica.
LA inflamación crónica reduce la calidad de vida
La dietista apunta que la inflamación es "una enemiga silenciosa, que no manda señales tan evidentes, pero sí ciertas molestias, aunque nos acostumbramos a vivir con ellas y a la larga podrían llevarnos a desarrollar problemas de salud, incluso enfermedades más graves. Nos va quitando poco a poco la calidad de vida".
Y es que hay una serie de factores que favorecen la inflamación, mucho más allá solo de la alimentación. De hecho, enumera el estrés crónico, la desregulación circadiana, el sedentarismo, los tóxicos, la obesidad y algunas alteraciones de la microbiota.

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En cualquier caso, hace alusión también a los tóxicos que hay entre nosotros. Por ejemplo, cita al agua que bebemos o la comida que ingerimos: "Todo, en cierta medida, lleva parte de tóxicos como pesticidas, fertilizantes, alcohol, tabaco, ftalatos, que hay en perfumes, cosméticos y plásticos, metales pesados, que pueden estar presentes en el agua del grifo, o el bisfenol A, presente en plásticos y envases.".
Todos estos, a la larga, pueden desequilibrar la microbiota intestinal.
MINIMIZAR LA EXPOSICIÓN A ESTOS TÓXICOS
La dietista apunta que, si bien es complicado eliminarlos por completo por nuestro estilo de vida, "con pequeños cambios sí podemos reducir la exposición a todos estos tóxicos".
Otro factor, según sostiene Nezda, son los tóxicos que hay en el aire de nuestro hogar, como el humo que se cuela de los vehículos de la calle, o a partir de los compuestos volátiles emitidos por pinturas, o por los muebles, por ejemplo.

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"Incluso el ambiente de nuestra casa es tóxico y a través de pequeños cambios podemos introducir poco a poco y cambiar nuestros productos de cuidado personal, de cosmética, o de limpieza, con productos de un alto porcentaje de origen natural", remarca esta dietista integrativa.
Por eso, la experta recomienda "ventilar de forma regular, varias veces al día, para que podamos mejorar la calidad del aire en casa". También habla del uso dispositivos que purificar el aire. Unos cambios, apunta, que pueden cambiarse poco a poco, y que pueden mejorar notablemente esa inflamación.
"Para el agua, por ejemplo, evitar beber agua embotellada que, aparte de microplásticos, ya que pueden pasar los bisfenoles de la botella al agua". Idealmente, según prosigue, se debe filtrar el agua con osmosis inversa, por ejemplo.