Los datos revelados por el estudio “Percepción social de la violencia de Género 2013”, elaborado por la secretaría de Estado de Servicios Sociales y el Centro de investigaciones Sociológicas, deben interpelar no solo a las diversas administraciones, también a la sociedad civil y en particular a los agentes del sistema educativo. El hecho de que uno de cada tres españoles crea que insultar a su pareja no es una forma de violencia, o que el treinta y seis por ciento de los españoles considere aceptable e inevitable la violencia con las mujeres, nos coloca ante la necesidad de tomar conciencia de la relevancia de una de las expresiones más evidentes de la desintegración del tejido moral de nuestra convivencia. Más allá de estereotipos que pertenecen a las formas culturales dominantes, la sensibilidad social sobre estas materias es una oportunidad para que las nuevas generaciones sean conscientes de la gravedad de determinadas conductas que no respetan la dignidad de la persona. Los responsables públicos deben tener en cuenta que la persecución de los delitos relacionados con la violencia contra las mujeres es obligada, pero no es suficiente. Las campañas de publicidad deben partir de una concepción integral del valor de la dignidad humana y de las formas más adecuadas de relacionarse y de convivir. Es una tarea a largo plazo que sin embargo es ya una prioridad en el corto plazo.