Dos proyectos que Podemos se ha sacado de la manga en el último minuto son la última piedra en el camino de las relaciones entre los dos socios del Gobierno. Uno el proyecto de reforma del alquiler, en el que Podemos quiere poner precios máximos aun en contra del criterio del Tribunal Constitucional o incluso, casi, legalizar las okupaciones, pisoteando el derecho a la propiedad privada.

El otro el proyecto de ley trans que ha ideado Irene Montero y que viene a decir algo así como "si te sientes hombre o mujer en un momento determinado, más allá del hecho biológico, vas al registro y lo cambias". Sin ninguna necesidad de contar con el criterio de ningún experto, médico o psicólogo, lo que dicte la ley en este momento y el sentido común.

Son ambas cuestiones lo suficientemente serias y sensibles como para tratarlas con un poco más de cuidado. Están en juego el sufrimiento de muchas personas, la sensibilidad de muchas personas como para airearlas en los periódicos en una filtración porque te viene bien en la campaña electoral.

A esto a es a lo que estamos jugando: a provocar al partido de al lado con el que gobernamos para que no nos confundan con él porque igual rascamos más votos en las elecciones del 14 de febrero, que las encuestas nos ponen muy mal. Con cuestiones tan serias y tan delicadas como estas. Un poquito de respeto, por favor.