De los tres escenarios que la pasada primavera pintaba el gobernador del Banco de España cuando estábamos confinados para la economía, se ha materializado el peor de los tres. El Producto Interior Bruto ha caído en 2020 un 11 por ciento, y eso es lo que dice el Instituto Nacional de Estadística en la primera estimación. Normalmente, a medida que se afina el cálculo, va a peor. Es decir, esa caída probablemente irá a más.

A estas alturas, una décima más o una décima menos es quizá cosa menor. Lo importante es por qué se ha materializado el peor de los escenarios. ¿Qué hemos hecho mal para caer un 11 por ciento, la caída más acusada del PIB desde la Guerra Civil, cuando en Alemania han caído poco más de un cinco por ciento?

Es verdad que la economía española tiene una elevadísima dependencia de turismo. Representa entorno a un 10 por ciento del PIB y entorno a la mitad, o quizá más, tres de cada cuatro hoteles están cerrados. Es verdad que esa dependencia del turismo es muy elevada. Cualquier empresa privada a estas alturas estaría haciendo una auditoría de qué hemos mal, qué hemos hecho bien o qué tendríamos que cambiar para evitar que el daño sea tan potente.

La ministra de Economía, Nadia Calviño, vicepresidenta económica del Gobierno, comparece en el Congreso y dice lo mismo que después que ver los datos de la Encuesta de Población Activa. "Oiga, que en la primera ola estábamos muy mal. En la segunda mejor. Y en la tercera mejor todavía". Pues menos mal. En este momento lo que tendríamos que estar planteándonos es de qué manera revitalizamos esto lo antes posible y parece que estamos esperando, porque lo ha dicho la ministra de Sanidad en el Congreso, a que lleguen las vacunas. Esperando a dependencia de terceros. ¿Y nosotros? ¿No tenemos nada que hacer?