Lo escribieron a mano en un monasterio riojano y cambió la historia de Europa: nadie lo supo hasta siglos después

Creado en un monasterio riojano a finales del siglo X, este manuscrito iluminado no solo es un prodigio artístico, sino también un testigo clave del legado cultural, jurídico y religioso de la España altomedieval. 

 Un tesoro de la Rioja que llegó hasta El Escorial  

El Códice Vigilano, también conocido como Albeldense, es una joya manuscrita elaborada entre los años 976 y 992 en el Monasterio de San Martín de Albelda, situado en la actual La Rioja, que entonces formaba parte del Reino de Pamplona. Fue obra de tres monjes: Vigila, el escriba que da nombre al códice y se autorretrató en él como miniaturista, Sarracino, su amigo, y García, su discípulo. Esta iniciativa cultural se desarrolló en uno de los centros intelectuales más activos de la península ibérica en ese tiempo.

Compuesto por 429 folios de gran tamaño (455 x 325 mm), el códice se conserva actualmente en la Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, donde sigue deslumbrando a estudiosos y visitantes por su rica ornamentación y su extraordinaria diversidad de contenidos. Su estructura en letra visigótica, a dos columnas, está acompañada por numerosas miniaturas que mezclan estilos visigodos, mozárabes y carolingios, reflejando un cruce cultural sin precedentes.

 De leyes godas a la primera cifra arábiga  

El valor del Códice Vigilano no es solo estético. En su interior se recopilan textos fundamentales que van desde los cánones de los Concilios visigodos de Toledo, hasta el Liber Iudiciorum (la legislación civil visigoda también conocida como Fuero Juzgo), decretales papales, calendarios, tratados litúrgicos, y crónicas históricas como la Crónica Albeldense, la Crónica Profética o incluso una Vida de Mahoma.

Sin embargo, el hito más asombroso es que en este manuscrito se encuentra la primera representación documentada de los números arábigos en Occidente, un hecho revolucionario en la historia de la escritura y de las matemáticas europeas. Aún sin el cero, las nueve cifras

hindú-arábigas aparecen escritas en un formato prácticamente idéntico al actual, siglos antes de su implantación generalizada en Europa.

Tal como recogen Fernando Álvarez y otros autores en La Lengua de las Matemáticas y otros Relatos Exactos, “es la primera vez en la historia que tenemos constancia de estas cifras en Occidente… este regalo, procedente de la India y que nos llegó a través de Al-Andalus, se difundió aquí mismo, en nuestro país”.

 Reyes, copistas y el primer peregrino  

El códice también es valioso por sus representaciones de personajes históricos. En su folio 428 aparecen retratados los tres monjes autores junto a reyes godos como Chindasvinto, Recesvinto y Egica, y figuras contemporáneas como Sancho II de Pamplona, la reina Urraca y Ramiro Garcés de Viguera. Todo un fresco político-religioso del siglo X.

Además, se menciona un hecho singular: en el año 950 se documenta la presencia en el monasterio del primer peregrino jacobeo del que se tiene constancia, Gotescalco, que iniciaría la tradición del Camino de Santiago. A través del códice, no solo se transmite el conocimiento de la época, sino también una fotografía detallada de la vida intelectual, religiosa y política del Reino de Pamplona.

El Códice Vigilano es, en definitiva, un testimonio único de cómo en la España del siglo X se fundía lo legal, lo espiritual y lo científico, en un esfuerzo por preservar y difundir el saber. Un códice que no solo iluminó páginas, sino la propia historia de Europa.

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