Precius y Benedite comparten sus duras historias con el Papa Francisco: "Fue el momento más bonito de mi vida"

'Aleluya' ha hablado con las dos mujeres que conocieron al Santo Padre después de la Audiencia General. No pueden explicar lo que sintieron y no lo van a olvidar jamás.

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Durante la Audiencia General de ayer, miércoles 15 de diciembre, el Papa Francisco tuvo la posibilidad de conocer a dos mujeres, una de Nigeria y la otra de Congo, que han sido víctimas de trata. El Santo Padre las bendijo y tuvo la oportunidad de conocer sus duras historias. Las dos jóvenes viven en la 'Casa familia San Pietro' de la Comunidad Papa San Juan XXIII en Cedda, pueblo de la región italiana de la Toscana.

Precius y Benedite han vivido muchos años en África sufriendo lo que no se puede explicar con palabras y ahora, con muchísimo esfuerzo, están intentando rehacer sus vidas gracias a la ayuda de la Comunidad Papa San Juan XXIII.'Aleluya' se ha puesto en contacto con Evelina Scalera, la responsable del proyecto que nos ha contado cómo surgió la idea de ir a ver al Santo Padre. Durante la entrevista también hemos podido hablar con las dos mujeres, todavía muy emocionadas recordando la visita del día antes.

“Ayer estaba muy emocionada, era la tercera vez que iba a la Audiencia, pero era la primera vez que podía hablar directamente con él y abrazarlo. Para mí fue el momento más bonito desde que estoy en Italia. Le hemos podido contar nuestra historia y no puedo explicar lo que sentí, es inexplicable” nos dice Precius.

La mujer que nació en Nigeria lleva 5 años en Italia y recibirá el Sacramento del Bautismo en la Misa de Nochebuena el próximo viernes en la iglesia de San Pedro en Poggibonsi: “Hice un largo recorrido para recibir el Bautismo en Italia; me llegó el amor de Dios tras vivir 15 meses en Libia que fueron muy duros. En mi opinión Dios realmente me amó y por eso quiero seguir amándolo”.

Benedite es natural del Congo y lleva solamente 5 meses en Italia. Todavía su italiano no le permite expresar sus emociones, pero igualmente, en su idioma materno, el francés, consigue decir que fue “un momento muy especial y emocionante, no lo puedo explicar. Fue el momento más bonito y emocionante de mi vida”. Benedite vivió en el campo de refugiados de Samos y, junto con todas sus compañeras en la casa familia, siguió la reciente visita del Papa Francisco a Lesbos. Evelina nos cuenta que mientras estaban mirando la visita en televisión, “Benedite reconocía a las personas que estaban en el plató y que se habían encargado de su traslado a Italia y habían facilitado su llegada”.

La responsable de la casa donde se alojan estas mujeres nos cuenta que en todos los proyectos “se intenta comprender, antes de todo, cuál es la necesidad y el objetivo de su permanencia y para cada una de ellas se realiza un proyecto personal que debe acompañarlos hacia su autonomía. Por ejemplo Benedite lo primero que tiene que hacer es estudiar italiano y luego ya nos centraremos en encontrar un trabajo”.

Asimismo, Precius “ha hecho muchísimas cosas desde su llegada a Italia. Aceptó toda la ayuda que le ha llegado y esto no es algo obvio. Terminó secundaria en el colegio, empezó bachillerato, pero luego tuvimos que quedarnos en casa por la pandemia y empezó a buscar un trabajo. Durante los meses de pandemia pudo sacarse el carnet de conducir y al final encontró un trabajo en el pueblo al lado de donde vivimos”.

Pero, ¿cómo llegó la idea de ir a la Audiencia General y encontrar al Santo Padre? Evelina nos cuenta que todo esto nació gracias a una idea de un amigo fraile que le dio una sorpresa: “Él habló con el Santo Padre sobre nuestro trabajo y nuestra experiencia de muchos años. Sabía la estima que le tengo al Papa Francisco y por eso quiso hacer esta petición y preguntarle al Santo Padre si podíamos encontrarnos con él. Nos llegó esta invitación a casa que aceptamos con mucha alegría. Con todas las chicas nos fuimos a Roma, algunas se quedaron atrás escuchando al Santo Padre y con Precious y Benedite tuvimos este encuentro más cercano”.

Las dos chicas tuvieron el coraje de abrazar al Santo Padre, algo que Evelina se arrepiente de no haberlo hecho: “No tuve el valor de abrazarlo como lo han hecho ellas y en realidad lo lamento mucho. No fui tan valiente como ellas, pero pude hablar con él y decirle las cosas que tenía en mi corazón. Lo más importante es que las chicas han vivido un momento importante”.

Preguntada por si el Papa le dijo algo especial, Evelina lo tiene claro: “A mí simplemente me miró a los ojos. Algo especial se lo dijo a las chicas y queda entre ellas y el Papa”.

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