Francisco reclama en su Encíclica 'Fratelli Tutti' políticas "no sujetas a los intereses de las finanzas"

La pandemia del coronavirus ha adquirido gran protagonismo en el documento firmado por el Santo Padre en Asís: “Soñemos como una única humanidad en la que todos somos hermanos”

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Un ejercicio de fraternidad abierta a todos para que puedan construir un mundo nuevo tras los efectos de la pandemia de la covid-19. Es el espíritu de la nueva Encíclica que ha firmado este sábado en Asís el Papa Francisco, que recibe el nombre de 'Fratelli Tutti'.

El Santo Padre se ha dirigido hasta el municipio italiano. donde nació San Francisco y fundó la orden de los franciscanos, para proceder a la firma de su tercera Encíclica. Es el primer viaje de Francisco fuera de Roma desde que comenzó la pandemia. A ello se suma un segundo hito: es la primera vez en 206 años que el sucesor de Pedro firma una Encíclica fuera del Vaticano.

Durante la misa, el Papa ha preferido rezar en silencio en lugar de pronunciar una homilía ante la tumba del Santo de Asís. ¿a qué nos invita el Papa Francisco en la carta 'Fratelli Tutti'? El Papa Francisco ha definido este documento como una 'Encíclica social' que promueve una aspiración a la fraternidad y la amistad social en un contexto mundial marcada por la globalización.

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Pero la fraternidad, recoge la Encíclica, debe promoverse con hechos, no solo con palabras: “Hechos que se concreten en una mejor política, aquella que no está sujeta a los intereses de las finanzas, sino al servicio del bien común, capaz de poner en el centro la dignidad de cada ser humano y asegurar el trabajo a todos, para que cada uno pueda desarrollar sus propias capacidades”.

En 'Fratelli Tutti' se apuesta por la búsqueda de vías para eliminar de manera definitiva el hambre y la trata, pero rehúye de los populismos. Para ello se ha de promover la paz y la reconciliación entre todos a través del diálogo y con ausencia de guerras.

El Pontífice ha mostrado su rechazo a la pena de muerte, que califica de “inadmisible, porque siempre será un crimen matar a un hombre”. Frente a los crímines, Francisco llama al perdón, lo cual “no significa olvidar ni renunciar a defender los propios derechos para salvaguardar la propia dignidad, un don de Dios”.

La pandemia de la covid-19 fue protagonista inesperada de la Encíclica 'Fratelli Tutti', que apareció durante su redacción. Sin embargo, esta crisis sanitaria mundial ha dejado, comenta el Papa, la lectura de que “nadie se salva solo”, por lo que ha llegado el momento de que “soñemos como una única humanidad” en la que somos “todos hermanos”.

Los problemas globales requieren una acción global, no a la “cultura de los muros”

Abierta por una breve introducción y dividida en ocho capítulos, la Encíclica recoge muchas de las reflexiones del Papa Francisco sobre la fraternidad y la amistad social. En el primer capítulo, “Las sombras de un mundo cerrado”, el documento se centra en las numerosas distorsiones de la época contemporánea: la manipulación y la deformación de conceptos como democracia, libertad o justicia; la pérdida del sentido de lo social y de la historia; el egoísmo y la falta de interés por el bien común; la prevalencia de una lógica de mercado basada en el lucro y la cultura del descarte; el desempleo, el racismo, la pobreza; la desigualdad de derechos y sus aberraciones, como la esclavitud, la trata, las mujeres sometidas y luego obligadas a abortar, y el tráfico de órganos.

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Todo ello problemas globales que, para el Santo Padre, requieren de acciones globales, dando la alarma también contra una “cultura de los muros” que favorece la proliferación de mafias, alimentadas por el miedo y la soledad.

El amor construye puentes

En este apartado de la Encíclica, el Papa hace referencia al Buen Samaritano, en la que todos estamos llamados “a estar cerca del otro, superando prejuicios, intereses personales, barreras históricas o culturales. Todos, de hecho, somos corresponsables en la construcción de una sociedad que sepa incluir, integrar y levantar a los que han caído o están sufriendo”.

Los derechos no tienen fronteras, es necesaria la ética en las relaciones internacionales

Para Francisco, una sociedad fraternal será aquella que promueva la educación para el diálogo con el fin de derrotar al “virus del individualismo radical” y permitir que todos den lo mejor de sí mismos. El Pontífice recuerda que “el derecho a vivir con dignidad no puede ser negado a nadie y como los derechos no tienen fronteras, nadie puede quedar excluido, independientemente de donde haya nacido”.

Migrantes: gobernanza mundial para proyectos a largo plazo

Sobre las migraciones, el Papa Francisco insta a acoger, proteger e integrar a este colectivo. Eso sí, precisa que hay que evitar “migraciones no necesarias, creando en los países de origen posibilidades concretas de vivir con dignidad”.

En cualquier caso, losmigrantes “tienen el derecho a buscar una vida mejor en otro lugar, por lo que debe ser respetado. En los países de destino, el equilibrio adecuado será aquel entre la protección de los derechos de los ciudadanos y la garantía de acogida y asistencia a los migrantes”.

La política, una de las formas más preciosas de la caridad

En este capítulo de la Encíclica, Francisco rechaza un populismo que ignora la legitimidad del pueblo, en favor de una política que tutele el trabajo y asegurar que “todos tengan la posibilidad de desarrollar sus propias capacidades.

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El sucesor de Pedro apunta que “la mejor ayuda para un pobre no es sólo el dinero, sino el hecho de permitirle vivir una vida digna a través del trabajo. La verdadera estrategia de lucha contra la pobreza no tiene por objeto simplemente contener o hacer inofensivos a los indigentes, sino promoverlos desde el punto de vista de la solidaridad y la subsidiariedad”.

El mercado por sí solo no lo resuelve todo. Es necesaria la reforma de la ONU

La política que se necesita, subraya Francisco, es la que dice no a la corrupción, a la ineficiencia, al mal uso del poder, a la falta de respeto por las leyes. Se trata de una política “centrada en la dignidad humana y no sujeta a las finanzas porque el mercado solo no resuelve todo”.

El milagro de la bondad

Francisco explica que “el verdadero diálogo es el que permite respetar el punto de vista del otro, sus intereses legítimos y, sobre todo, la verdad de la dignidad humana. El relativismo no es una solución porque sin principios universales y normas morales que prohíban el mal intrínseco, las leyes se convierten sólo en imposiciones arbitrarias”.

El arte de la paz y la importancia del perdón

En este séptimo capítulo de la Encíclica 'Fratelli Tutti', Francisco subraya que la paz está ligada a la “verdad, la justicia y la misericordia”. Lejos del deseo de venganza, es “proactiva y tiene como objetivo formar una sociedad basada en el servicio a los demás y en la búsqueda de la reconciliación y el desarrollo mutuo. En una sociedad, todos deben sentirse en casa”.

¡Nunca más la guerra, fracaso de la humanidad!

El Santo Padre lamenta que la guerra es una “amenaza constante” y no un “fantasma del pasado”. Para el Papa, hoy en día ya no es posible pensar en la existencia de una “guerra justa”, ya que las armas nucleares, químicas y biológicas que golpean a muchos civiles inocentes, nos debe hacer “reafirmarnos con firmeza en “¡Nunca más la guerra!”

Para el Pontífice, estamos viviendo “una tercera guerra mundial en etapas”, porque todos los conflictos están conectados, la eliminación total de las armas nucleares es “un imperativo moral y humanitario”, sostiene en la Encíclica.

La pena de muerte es inadmisible, debería abolirse en todo el mundo

Francisco expresa una posición clara sobre la pena de muerte: “es inadmisible y debe ser abolida en todo el mundo. Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante”.

Garantizar la libertad religiosa, derecho humano fundamental

En el octavo y último capítulo, el Pontífice se ocupa de “las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo” y reitera que la violencia no encuentra fundamento en las convicciones religiosas, sino en sus deformaciones.

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Francisco se muestra contundente a la hora de precisar ningún acto terrorista se debe a la religión, “sino a interpretaciones erróneas de los textos religiosos, así como a políticas de hambre, pobreza, injusticia, opresión”.

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