Hasta 40 céntimos de ahorro por litro: esta es la exclusiva gasolinera de Europa que solo unos pocos pueden utilizar
No es accesible al público general, pero durante décadas ha sido objeto de atención por sus notables ventajas fiscales

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Dentro de los dominios de la Santa Sede, se encuentra una de las estaciones de servicio más peculiares de Europa: la gasolinera del Vaticano. Operada por el Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, esta pequeña instalación abastece de combustible a vehículos autorizados con condiciones muy particulares.
No es accesible al público general, pero durante décadas ha sido objeto de atención por sus notables ventajas fiscales y, sobre todo, por sus precios considerablemente más bajos en comparación con las gasolineras convencionales de Italia.

La gasolinera se sitúa en Vía del Pellegrino, justo dentro del perímetro del Vaticano pero fuera del área estrictamente amurallada de San Pedro. Su acceso está regulado por estrictos controles de seguridad, y solo puede ser utilizada por personas acreditadas: empleados del Vaticano, personal eclesiástico con permiso especial, diplomáticos acreditados ante la Santa Sede y algunos periodistas y residentes con vínculos autorizados. No hay carteles llamativos ni anuncios, tan solo una pequeña entrada vigilada que da paso a un espacio funcional donde se ofrecen los servicios básicos de repostaje.
Precios reducidos gracias a la exención fiscal
Uno de los elementos que más llama la atención es el precio del combustible. La gasolinera vaticana ofrece gasolina y diésel a tarifas notablemente más bajas que las italianas, gracias a que está exenta de los impuestos que habitualmente gravan los carburantes en la Unión Europea.
Italia, en particular, aplica una alta carga impositiva sobre los combustibles, lo que sitúa sus precios entre los más elevados del continente. En cambio, al tratarse de una estación ubicada en territorio extraterritorial y administrada por un Estado soberano no sujeto a las mismas obligaciones fiscales que el Estado italiano, el Vaticano puede ofrecer combustible a precio de coste más un pequeño margen operativo.
Por ejemplo, mientras en Roma el litro de gasolina puede alcanzar los 1,90 o incluso euros euros, en la gasolinera del Vaticano los precios suelen oscilar entre 1,40 y 1,50 euros, dependiendo de la cotización internacional del crudo. En el caso del gasóleo, la diferencia puede ser de hasta cuarenta céntimos por litro.

Regulación estricta y beneficios limitados
En los últimos años, el Governatorato vaticano ha reforzado los mecanismos de control para asegurar que solo los usuarios autorizados, previa presentación de un permiso especial y del número de matrícula registrado, puedan hacer uso de la estación.
El volumen total de combustible dispensado es relativamente modesto. A diferencia de una estación de servicio comercial, no hay venta de productos adicionales, ni servicios mecánicos, ni tiendas anexas. Se trata de una instalación puramente funcional, orientada a cubrir las necesidades del pequeño parque vehicular del Vaticano, compuesto por vehículos oficiales, coches de los cardenales y trabajadores del Estado Pontificio, y de un número limitado de beneficiarios externos.
Los conductores pueden pagar directamente en el punto de servicio mediante tarjeta identificativa emitida por la administración vaticana. Además, los repostajes son registrados y auditados periódicamente. Esta rigurosidad responde no solo a motivos económicos, sino también al deseo de mantener la imagen de transparencia que la Santa Sede quiere reforzar.