Los terroristas que atacaron Chipene mataron a otras 11 personas, además de a la misionera María de Coppi

Más de 60.000 mozambiqueños huyeron de la zona tras la incursión yihadista, dice el obispo Alberto Vera Aréjula, titular de la diócesis de Nacala

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Los terroristas que el pasado 6 de septiembre atacaron la misión católica de Chipene, en la provincia de Nampula (Mozambique), y asesinaron a la religiosa italiana María de Coppi, mataron esos mismos días también a otras once personas en distintos poblados. Lo ha asegurado este 4 de octubre el obispo de la diócesis de Nacala, en la que se halla el puesto misionero, el mercedario español Alberto Vera Aréjula, quien este fin de semana ha visitado la zona en compañía de uno de sus sacerdotes, el Padre Lorenzo. Ha sido la primera incursión de los yihadistas en la provincia de Nampala (siete millones de habitantes), pues hasta ahora sus acciones armadas han tenido siempre lugar en la vecina provincia de Cabo Delgado, en donde la violencia se desató a partir de 2017.

En la misión de Chipene —relata el prelado— los terroristas, unos veinte, asesinaron a la hermana María de Coppi, pero también a otros dos hombres. De ahí, a las doce o una de la madrugada, fueron a una comunidad llamada Nantaca, donde mataron a una persona, y luego marcharon a Muralene y a Nenuco, donde asesinaron a otras cuatro y quemaron 189 casas, casi todas menos la primera, en la que al parecer vivía la madre de uno de los terroristas.

Armed attack on the Chipene mission in the diocese of Nacala in Mozqmbique 6. to 7. September 2022

El obispo Vera, en la misión de Chipene / Diócesis de Nacala/ACN.

«En la zona de Tataulo —prosigue— quemaron la capilla de la comunidad y mataron a tres personas. Según el relato del hermano de una de las víctimas, aquí los terroristas iban vestidos de militares. Reunieron a la población y les preguntaron quiénes eran cristianos y musulmanes, y a los que se identificaron como cristianos les ataron las manos y comenzaron a degollarlos. (…) Todo esto aconteció los días 6 y 7 de septiembre. Por donde pasaron dejaron mucha destrucción y mucho miedo».

Más de 60.000 desplazados

La incursión armada causó el desplazamiento de más de 60.000 personas, aunque el gobierno solo habla de 10.000. Ahora, un mes después, muchos están ya regresando, aunque con bastante miedo. «Todavía hoy no han regresado todos. En las escuelas los profesores nos dicen que están a medio gas, que todavía faltan el 50% de los alumnos. El lugar en el que quemaron las 189 casas ha quedado desierto, ahora allí ya no vive nadie, y tardarán mucho tiempo en regresar».

La gente que huyó lo ha perdido todo, pues otros aprovecharon y les robaron sus escasas pertenencias. «Queremos ayudarles para que cuando llegue el mes de la siembra tengan algunas semillas y al menos una azada para que puedan continuar con su vida. Nos están ayudado Cáritas de Inglaterra, Manos Unidas, Misereor, Ayuda a la Iglesia Necesitada, etc.».

Monseñor Vera ha podido comprobar también in situ el estado en que ha quedado la misión. «La iglesia —dice— es la que menos deterioro tiene, solo ardió el altar. Pero quemaron la residencia de los jóvenes de secundaria; los cinco cuartos donde dormían las hermanas son todo ceniza; los dos vehículos quedaron igualmente destrozados, la casa de visita, el refectorio de la casa de los padres (donde no quedó nada, ni asientos, ni muebles, nada), el despacho donde estaban todos los documentos de la parroquia…».

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