La tómbola de Cáritas Pamplona: Una tradición con ochenta años de solidaridad "que levanta más pasiones que la Lotería de Navidad”
La tómbola comenzó su andadura en 1945 como una forma de financiación para los proyectos sociales de Cáritas. A día de hoy, el evento ha evolucionado en premios y en alcance, pero conserva intacto su espíritu original

Publicado el
2 min lectura
Más de 2,5 millones de papeletas vendidas, premios un gran impacto social: así es la emblemática tómbola de Cáritas Pamplona que en este 2025 cumple ochenta años de historia, y se ha consolidado como una de las citas más esperadas por los pamploneses, tanto por sus premios como por su vertiente solidaria.
“Creo que levanta más pasiones que la lotería de Navidad”, asegura Maite Quintana, directora de Cáritas de Pamplona y Tudela en 'Ecclesia al día'. “Hay como un ánimo de que sí o sí algo tiene que tocar, pero sobre todo se participa sabiendo que se está ayudando a los demás”.
Un sorteo con historia y con causa
La tómbola comenzó su andadura en 1945 como una forma de financiación para los proyectos sociales de Cáritas. A día de hoy, el evento ha evolucionado en premios y en alcance, pero conserva intacto su espíritu original.
Más allá del entretenimiento y los regalos, lo que mueve la tómbola es su finalidad solidaria. Cada boleto vendido ayuda a sostener los programas que Cáritas desarrolla en la ciudad, desde apoyo a personas sin hogar hasta acompañamiento a familias vulnerables. El impacto económico no es menor: “Venimos a sacar en torno a unos 300.000 euros de beneficio”, indica la directora.
“Pero hay que entender que la mayoría de los productos los compramos nosotros. No es cierto eso de que todo nos lo donan. Eso sí, hay gestos importantes, como el Cabildo Catedralicio que nos ha regalado más de 1.300 entradas”, ha puntualizado la responsable de la entidad.
Un escaparate de solidaridad en pleno corazón de Pamplona
Durante 45 días, Cáritas ocupa con su tómbola un lugar privilegiado en la ciudad navarra, coincidiendo con el inicio del verano y las fiestas de San Fermín. “La gente ya, cuando ve que montamos la tómbola, dice que huele a fiesta”, señala Quintana. “Pero también es un escaparate de comunicación y de impacto social, un intangible muy valioso que nos permite estar presentes en la vida de las personas”.
Y es que la ciudadanía no acude solo por los premios. Un estudio realizado el pasado año demostró que la mayoría de los participantes eran conscientes del objetivo solidario del evento. “La gente sabe que está colaborando con personas en situación de necesidad”, destaca Quintana. “Ese conocimiento es el verdadero motor de la tómbola”.

Un ejército de voluntarios al servicio de la comunidad
Si hay algo que hace posible esta iniciativa es el compromiso de quienes están detrás del mostrador. Más de 130 personas voluntarias dedican su tiempo y energía para que la tómbola funcione sin descanso, de lunes a domingo, mañana y tarde. “Este año hemos hecho un llamamiento y la respuesta ha sido muy buena”, afirma la directora. “Yo misma me he puesto a vender boletos y puedo asegurar que supone una entrega y una pasión tremenda”.
La venta de papeletas se mantendrá activa hasta el 14 de julio, coincidiendo con el último día de San Fermín.