
Madrid - Publicado el
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Asía continúa siendo el Continente de la esperanza y el fermento en la masa. Esto hace que se transforme la sociedad poco a poco con frutos que se van agrandando. Hoy celebramos a San Andrés Dun-Lac y sus compañeros mártires que en el siglo XIX difundieron a Dios por todo el territorio vietnamita.
Andrés nace en una familia humilde y muy pobre. Su forma de ser es muy ruda y no entienden lo que es la liberación de Cristo. Fue vendido por sus padres que eran paganos a un hombre que era catequista y que le acogió.
Fruto de esa Fe, le bautizó y el pequeño, también llegó a ser catequista. Pero sentía que el Señor Jesús le pedían una mayor entrega. Por eso, es formado en el Seminario y se ordena sacerdote. Capturado por las autoridades, las comunidades cristianas oran por él, reuniendo todo el dinero necesario para pagar una fianza, por lo que es liberado.
Entonces sigue predicando y asistiendo a los necesitados, escondiéndose, cambiando de lugar y de nombre. Su Fe le hace fuerte. Pero otro día vuelve a ser apresado a la orilla del río y ahí sus captores se ensañan obligándole a renunciar a la Fe en el Señor Jesús. Andrés se reafirma más por lo que le darán multitud de tormento hasta que muere derramando la sangre por el Evangelio y por el Reino de los Cielos.





