Roma organiza un curso para "nuevos obispos": "Los pastores no debemos ir delante, sino en el medio y detrás"

Francisco José Prieto, obispo auxiliar de Santiago, participa en este encuentro junto a cerca de doscientos prelados, entre ellos, nueve españoles

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Cerca de 200 obispos de distintos paíeses del mundo, ordenados en los últimos tres años, se reúnen asta el día 19 de Roma en un curso formativo organizado por el Dicasterio para los obispos.

El encuentro, en el que participan nueve obispos españoles, tiene como lema: "Anunciar el Evangelio en una época que cambia y después de la pandemia: el servicio del obispo". ¿Y cuál es ese servicio? ECCLESIA ha podido hablar con uno de ellos, Francisco José Prieto, obispo auxiliar de Santiago, que nos ha contado cómo en estos encuentros se profundiza en los aspectos más importantes del servicio episcopal, en el contexto del camino eclesial haca el sínodo de 2023.

Un encuentro "muy enriquecedor"

«Nos convocan por fecha de ordenación no por ámbitos lingüísticos o geográficos, con lo cual tenemos una diversidad notable. En esta tanda estamos todos los obispos españoles ordenados desde finales de noviembre , principios de diciembre de 2020. Es un encuentro muy enriquecedor que tiene la sinodalidad como eje transversal: es una clave de cómo los obispos debemos ser esos pastores que no solamente vamos delante, sino en medio y cuantas veces detrás para que nadie se quede ni quede ni quede olvidado”.

En el contexto postpandemia, ha explicado, hay que sumar una crisis en el ámbito económico, la invasión de Ucrania, , crisis energética, familia… «En este contexto no debemos dejarnos aplastar por ningún temor. La crisis es una oportunidad y puede hacer asomar objetivos y realidades que no percibimos y por tanto, debemos tener esa lucidez profética».

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Colegialidad desde la fraternidad

Un encuentro que suma en el contenido, pero también en la vivencia, ya que «una de las cosas más enriquecedores de este tipo de encuentros es la relación entre nosotros. La experiencia compartida de ver realidades que están ahí presentes, de rostros concretos en cada diócesis. Hablamos en los pasilllos, en las comidas, compartimos expectativas, ilusiones… También esos ciertos miedos ante una tarea que sobrepasa las posibilidades, pero que también que es cierto que el don y la gracia del espíritu sostienen”. Es un curso que a la vez “es una vivencia de la colegialidad desde la fraternidad, ese sabernos unos a otros corresponsables de la misión de la Iglesia desde nuestra misión episcopal, pero una corresponsabilidad en nuestras diócesis precisamente con los sacerdotes, con nuestros laicos, con nuestra realidad de diversos grupos y movimientos. Al compartirlo, los temores se aminoran y las esperanzas se afianzan”, ha concluido.

Por último, ha querido destacar que esa gran riqueza, “aún hablando distintas lenguas, es una diversidad que confluye en comunión y hace que nos entendamos”.


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