De fabricar EPI improvisados a repartir 5 000 comidas a la semana: así es la labor de la Asociación Confía

Nacieron durante la pandemia fabricando batas para los sanitarios y ahora reparten comida entre los más golpeados por la pandemia

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La Conferencia Episcopal Española ha presentado esta mañana la Memoria de Actividades de la Iglesia en España correspondiente al año 2019. Un documento que recoge más de cien mil datos que atestiguan la labor de la Iglesia en el anuncio, la celebración y la vivencia de la fe. Casi 11 000 misioneros, 96 000 catequistas y más de 100 000 voluntarios que están presentes en todos los problemas y carencias que tiene la sociedad: en la soledad de los mayores, de los enfermos, en las familias que pasan por dificultades, en el drama del paro, atendiendo a los migrantes, con las mujeres que sufren violencia, con los menores... Una presencia que se ha puesto más de manifiesto que nunca con la pandemia.

Es el caso de la asociación Confía. Esta formada íntegramente por laicos comprometidos y la mayoría colaboran, además, con parroquias y congregaciones religiosas. Su historia arranca en abril del año pasado, en el punto álgido de la pandemia. En ese momento, la televisión no dejaba de mostrarnos imágenes de la precariedad de medios con la que trabajaban los sanitarios.

En Madrid, un pequeño grupo de voluntarios decidió coordinarse por WhatsApp para fabricar, con bolsas de basura, batas de protección para los hospitales. Comenzaron por los hospitales de la Comunidad de Madrid, pero luego fueron ampliando su radio de acción alcanzando otras regiones como "Cataluña, Galicia, Bilbao, Sevilla, Cádiz, Málaga, Santander o Valencia. En total repartimos más de 168 000 batas", explica Javier Pereda, el coordinador de la asociación Confía.

Cuando, poco a poco, los equipos de protección individual -los famosos EPI- adquiridos por las Administraciones comenzaron a llegar a los hospitales, los voluntarios decidieron no descansar. Había otras necesidades que atender, así que el trabajo de la asociación giró hacia la asistencia a las personas más golpeadas por la pandemia. Las famosas 'colas del hambre' ocupaban ahora los minutos de televisión.




Aprovechando la red de colaboradores que habían tejido, comenzaron a repartir comida. Hermanados con la asociación Bocatas, reparten cada semana miles de comidas. Empezaron esta nueva fase con toneladas de alimentos frescos que repartían entre los más vulnerables, pero no se quedaron ahí. Bocatas se encarga de entregar "comida seca: botes, latas, etc. y nosotros hacemos comida preparada", señala Javier. Miles de tápers a la semana que entregan en diferentes puntos de la Comunidad de Madrid.

Julia, una de las voluntarias de Confía, cuenta que se organizan a través de un grupo de WhatsApp: "Ellos todas las semanas van poniendo lo que nos toca cocinar. Por familia hacemos 10 raciones y, la verdad, es que son comidas muy fáciles: lentejas, arroz tres delicias...".

Junto a Julia cocina su madre, Chari, que tiene 91 años: "Ella es la que va a comprar, me corta todo y es la que dirige". La comida la depositan en unos tápers "fantásticos, que se pueden meter en el microondas" y la llevan a los puntos de reparto. Todos, excepto uno, son parroquias.

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